jueves, 14 de julio de 2011

Aniversario Segundo

Una tarde conversando con un amigo que pasa los sesenta abriles, me comento, que de toda su vida, los momentos que más recordaba como gratos, comprendían solo seis años de su vida. Desde ese momento, intenta vivir la vida intensamente y recuperar, según el, algún tiempo perdido.

Como ustedes saben, en los aniversarios  antes de celebrar, saco un tiempo para reflexionar, digamos que a manera de un examen de conciencia.

Reconozco que, durante este segundo año de esta experiencia blogera, se me hizo un poco más difícil escribir. Se me hace difícil escribir sin reflejar lo que siento, en eso respeto a los escritores “bonafide” que se embarcan en esas aventuras maravillosas, producto de una imaginación privilegiada y no dan el menor indicio de su yo ahora. Digamos que en lo personal, se me hace difícil permanecer indiferente a lo que pasa en nuestro entorno. Reflejo de eso son los comentarios políticos, religiosos o sociales que en ocasiones se me escapan. Temas sensitivos para algunos o para todos. Pero tratándose esto, de una especie de bitácora personal, intento ser lo mas sincero posible, primero conmigo mismo, y luego, con todos ustedes. Y en la medida que, por lo menos uno de ustedes, o se identifique con lo que en este espacio virtual escribo, o me comprenda, esta experiencia habrá valido la pena.

Seguiré pues, intentando demostrarles que la cocina es reflejo de la vida misma. De que todo “ingrediente” en nuestra “cocina” merece un respeto. De que tenemos un mundo de “utensilios” para salir adelante. De que, sin decir palabra alguna, tenemos la forma de demostrar que me importas, o decir te amo. De que basta con dos ingredientes, para demostrar deseo. De que para llegar a la habitación, tenemos que pasar por el comedor.
De la seducción de los olores y de lo que nos refrescan los sudores. Que de una fruta pasada, se pueden hacer maravillas. Que de un vegetal quemado por fuera por el fuego intenso, el sabor de su pulpa te puede hacer llegar al cielo.

Quémale la piel a un pimiento en alguna de las hornillas, luego remuévela bajo el agua y córtalo en tiras removiendo sus semillas. En una sartén con un chorro de aceite de oliva, dora un ajo. Corta en tiras un pedazo de carne sobrante del día anterior. Todo a bailar en la sartén. Sirve sobre una tortilla de trigo con un poco de cilantro y cebolla cruda picado pequeño. Unas gotas de picante y una cerveza fría.

De esa forma sencilla podrías, por ejemplo, decir “gracias mi amor”, y te sobraría tiempo para vivir intensamente la vida.