lunes, 29 de agosto de 2011

Encuentro en Re

Pienso que la diferencia entre encontrarse con un viejo amigo y un buen viejo amigo, es que con el segundo, fluye espontáneamente, en el recuento de lo que ha sido durante los pasados años, que no todo ha sido color se rosa. Que el pasado y el presente, no han sido perfectos, como tampoco lo somos nosotros y los nuestros.

Pueden, de alguna forma, los recuerdos activar todos los sentidos. Así como los sentidos, activan los recuerdos. Hablando contigo sentía olor a madera recién cortada y no recordaba de donde. Creo que era tu padre. Me pasaba por la mente un Don Quijote de papel mache. Sin duda, que era tu madre.

De caminar descalzo por el fango en las mareas de La Parguera. Del disco de Pink Floyd que no para de dar treinta y tres revoluciones por minuto. Del olor de aquel repelente de mosquitos de la lata anaranjada que comenzaba a sentirse luego de disfrutar del mas hermosos atardecer. De los otros olores que traería la noche. De la lágrima que corría las mejillas de la profesora. De la piel salada y el pelo tieso. Del sonido único de una vela en el viento. Del sabor del ron con lo que fuera y del vino malo no por barato. De la foto que nunca vimos, pero todos imaginamos. De las veces que intente hacer una frita cubana en aquella caseta sobre el mar y que, aunque sin éxito, el resultado apaciguaba el hambre.

Receta que no consigo y que aun intento. Me limito a la combinación que más me gusta y que más me recuerda el placer de aquella primera vez. Carne molida de res coronada con chorizos de lata. Sal, pimienta, ajo en polvo y un punto de pimentón dulce. Mezclado todo a mano. Forma bolas en proporción al pan de hamburguesas que consigas. Sobre la sartén bien caliente, aplasta cada bola y cuece hasta tu punto de cocción preferido. Papas fritas en juliana bien crocantes, un poco de ketchup y una cerveza fría.

En ese encuentro se aclaran dudas que habían quedado. Y nos reímos de alguna que otra cosa que hoy sabemos, fue una tontería.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Dias Acumulados

No se que busco cuando corro hacia la esquina de la isla que me vio nacer. Si se, de muchas de las cosas que voy a encontrar. Pero siempre me aguardan alguna que otra sorpresa…

Encontré un candente sol y poca brisa. Verdes y azules de agua salada. Ostiones y cocolías. Sábalos, júreles y colirrubias. Al pescador convertido a guía turístico. El aguacero pasajero en la tarde. La cerveza fría en el mismo garito y con un viejo amigo sentado en la misma silla desde hace treinta años cerveza en mano. Al viejo vecino con más achaques y el mismo cariño. El viejo bote que me espera cual perro fiel para su paseo. Saludos y abrazos. Descanso en el cansancio. Y a la madre abnegada que sola me recibe con mi comida favorita.

Sorpresa el nuevo barbero en la vieja barbería. Sorpresa en que se siente el crimen. Sorpresa en la basura que nos arropa y no preocupa. Sorpresa de ver mas gente desayunando en un fast-idioso lugar que en la panadería del pueblo. Sorpresa en no encontrarte. Sorpresa en saber quien es el nuevo “loco” del pueblo…

Alegría me dio ver al amigo rockeando con la mayor intensidad que en los 70’s, pero con menos humo. De ver aquella que en sus veinte era la fantasía de todos,  más radiante y segura luego de treinta años. De jóvenes tarareando viejas canciones y “viejos” bailando y cantando nuevas canciones. De aquel que era tímido y hoy extrovertido. Del que vive hoy, sus sueños de ayer. Del que salio de las pesadillas de ayer, y tiene un prometedor futuro. Alegría me dio compartir con nuevos amigos viejas experiencias. Alegría me dio compartir placer en lo sencillo.

De encender la estufa mientras descorchas una botella. Panceta en la sartén caliente. Batir algunos huevos y añadirle al rey de los quesos –por lo menos en Italia- rallado. La pasta al dente sobre la panceta, añadirle la mezcla de huevos y queso. Mezclar todo bien y servir como si fuera un nido.

Lo que jamás esperaba fue, poder escuchar el canto de los delfines por primera vez