sábado, 22 de enero de 2011

Fuegos Artificiales

Aquel 31 de diciembre, cuando comenzaron los fuegos artificiales, supe que ya él había llegado al cielo… Tardo su alma, algunas ocho horas en comenzar su viaje a la eternidad, luego de sucumbir a aquella enfermedad que mientras debilitaba su cuerpo, purificaba su alma…

Durante los nueve meses, los primeros, el siempre esperaba a mi esposa con aquel caldo espeso para aplacar la “mala barriga”. Estoy seguro de que de alguna forma, aquella sopa aporto más al ADN cubano de mis hijas que lo que haya podido aportar yo genéticamente.

Cocinero de domingo, aderezado con algún danzón o un mambo, Matamoros, Barbarito, Lecuona o Pérez Prado se paseaban por la casa. Olores por toda la casa. El caldero cantando sus sudores. El osterizer mezclaba algún daiquiri. Sin yerba buena, imposible el mojito…

Parte de la ceremonia era probar el caldo, solo primero, en una taza de café. Con unas gotas de limón y una pizca de comino, luego.

Mientras hervía aquel caldo de res, cientos de platanutres salían del sartén. Para picar algunos y para la sopa de plátano el resto.

Luego de blanda la carne con hueso del caldo, echar generosamente tostados platanutres homemade al caldero. Dejar el tiempo suficiente para que espese, se desbarataran la mayoría, los mas gruesos sobrevivirán al hervor. Servir caliente con un pedazo de pan, para al final, mapear el plato.

Sopa de plátano, sopa para revivir. Viejo, vive tu recuerdo entre nosotros y se mantiene vivo tu amor en nuestros corazones