jueves, 2 de junio de 2011

De Graduaciones

Son días difíciles para algunos. Llega el momento de darle con el ala al pichón para que caiga del nido y comience a volar por si mismo.

Días de celebración. De ver metas cumplirse. De aceptar o rechazar, nuevos retos. “Milestones” de nuestra vida. Días de tomar decisiones que nos marcaran para toda la vida. Algunos, ocupando el papel protagónico de su vida misma, tal vez por primera vez.

Días propicios para -que en el colectivo familiar- pasar revista de nuestras capacidades, de nuestros anhelos y de nuestras actitudes.

El yo estudiante se regocija. Me recuerdo en aquellos días. Me reflejo en el espejo de mis hijas, mis sobrinos y los hijos de mis amigos.

El yo padre se enorgullece. Lo recuerdo en aquellos días. Viendo a su hijo subir peldaños que él no pudo subir. Me reflejo en él, intentando ser yo mismo…

Días aquellos en los que, recién llegado a la universidad, comencé a cocinar.  Con lo de la escusa de que “la piña esta agria”. Casi treinta años han pasado y más agria esta la piña.

La cocina para sobrevivir, primero. La cocina para compartir lo poco, luego. La cocina para relajarme, un poco mas tarde. La cocina para seducir, tarde digamos – aunque nunca es tarde si la dicha es buena, reza el refrán popular-.

El sartén se convirtió en aliado. Múltiples embelecos de aquello con lo otro. De lo que hubiese con lo que no faltaba. Que hoy me falto de esto y me sobro de lo otro. De que siempre me falta un ingrediente que pedirle a las vecinas y que siempre me sobra algo que ofrecerle a las vecinas. Días aquellos de uuummm, que rico huele y días de apaga la estufa que se te quema… de echarle la culpa a la mezcla de ron con jugo de uva Welch.

De nuestra primera compra juntos, del jamón de pavo que me sonaba a disparate, de las pechugas en mantequilla, que aun hoy, todavía comemos juntos y que nuestra hija aprende. O que le enseñamos, para que no venga un buitre a pretender enseñarle…

De tropiezos, algunos. De errores, bastantes. Como error seria hoy, cortarle el vuelo, y no dejarlos nunca volar.