domingo, 4 de noviembre de 2012

Otoño

Muchos sueños nos prometen e intentan vender en estos días. Mas no hay de otra que fabricárselos artesanalmente uno mismo. Pensamos que es un mal particular, pero basta una hojeada global y veremos que no estamos solos en esto.

Pocos días faltan para que termine el año en que se terminaba el mundo. Ha sido un largo otoño de once meses, en el que se deshoja el mundo.

Pequeños brotes de primavera veo en la gente, en mi gente. En los que comienzan la universidad de allá y de aquí, de aquí y de allá, hambrientos de conocimiento. En jóvenes matrimonios que se despojan de todo y cargan sus maletas de esperanza para cruzar fronteras buscando un mejor futuro para sus pequeños. En ese amigo que deja la comodidad y belleza de sus nevadas montañas, para que su hijo viva las duras realidades y la cultura de esta pequeña isla tropical que lo adopto en su niñez y que lo hizo el ser que es hoy. En ese talentoso niño que con tan solo doce años da muestras de grandes dotes en la cocina con irreverentes propuestas como pasta para el postre y su chimichurri de cilantro.

Sal muera y vinagre de vino tinto. Cabeza de ajo y mazo de cilantro fresco que no ha tocado nevera. Procesar todo y emulsionar con un fino chorro de un buen aceite de oliva.

Se escucha la música. Tus amigos esperan. También la carne en la parrilla, la sangría de oporto con frutas tropicales en temporada. Y un mojito con yerba buena que aun conserva en sus hojas el rocío de la mañana y del mañana.

Del mañana que todos ansiamos, queremos y buscamos, no matter what!

Duro el otoño, más bella la primavera.



viernes, 3 de agosto de 2012

Hasta Luego

Llevaba yo semana y pico por los EEUU cuando me encontré con una de las mayores muestras de puertorriqueñidad que he visto en mi vida. Jamás pensé que la fuese encontrar en al otro lado del charco. Nueva York por supuesto. Pero no necesariamente, el fin de semana de la parada que se celebra todos los años en la gran manzana. Me basto con cruzar en automóvil una tarde de domingo de verano por el Bronx, mientras transitaba desde Greenwich en Connecticut hasta Manhattan para asistir a una actividad en el Instituto Cervantes con un amigo español.

Vi nuestra bandera en lugares y objetos imposibles de imaginar para mí. En las ventanas de los edificios, un club de motoras Harley, sillas y sombrillas de playa en un picnic, covers de asientos de algún vehiculo en el tapón, bandanas, dados colgados de algún espejo retrovisor, grafitis, tatuajes, recortes de cabello, etc., etc., etc.

Ya en la actividad, no podía faltar una talladora de santos representando nuestra isla el día en que salio “el español en la calle”. A dos días de mi próximo regreso a la isla, ya cuando el salitre llama, comprendía al Gran Combo y su “Verano en Nueva York”. Comprendía luego de pasar algunos días con amigos en Maryland, el porque de los frijoles negros y los mojitos. Del mofongo con chuletas fritas en Philadelphia. Del asopao con un amigo de New Jersey. Del pesco frito con un amigo de Nueva York. Y del arroz con gandules y café en Greenwich.

Jamón, tocino y costillas de cerdo bailando en el caldero de la abuela. Sofrito recién preparado con vegetales comprados en el farmers market, cebollas, pimientos, cilantro, ajíes, ajos. Algunas hojas de orégano mejicano. Manteca de achiote. Sal a gusto. Y café colao, si café colao, puya no, con azúcar. Todo mezclado en la zambumbia de la que saldrá aquel arroz brilloso y un poco prieto. Y por que no, guineos en escabeche pa’pisarlo.

Un 23 de junio del 2012, sábado, cumpleaños de mi hija mayor. Si, la misma que en agosto comienza su carrera universitaria. Luego de regresar de la gran ciudad. La nostalgia en high. Desde Alicante al Caribe. Degustamos algunos excelentes vinos de la madre patria, fuera de regiones muy conocidas. Fuertes, robustos, suficientemente exquisitos como para vencer la tentación de descorchar vinos de mayor fama. Excelente compañía para unas chuletas de cordero que cayeron tiernas al grill bañadas en una emulsión de balsámico, oliva, sal gruesa, romero y tomillo. Salieron jugosas, rojas por dentro y crocantes por fuera. Excelente compañía, la de la garnacha y el cordero. Excelente compañía la de los buenos amigos y la nostalgia.

Noche de San Juan, las doce las recibimos en un jacuzzi, luego de sonar algunas viejeras, el ipod nos disparaba:

                               “Si te quieres divertir con encanto y con primor,

                                solo tienes que vivir un verano en Nueva York...”

martes, 8 de mayo de 2012

Pollito

Antes de poder abrazarme, tus pequeñas manos se agarraban de mi dedo índice sin quererse soltar. Con mi barba, te hacia cosquillas en la planta de tus pies. Con mi nariz te hacia cosquillas en tu panza. Para proteger tus primeros pasos, alfombramos la sala de nuestra casa. La serie de libros de un cuento para cada noche, nos duro apenas algunos meses. Un cuento por noche no era suficiente para ninguno de los dos. Sola, ponías en el tocadiscos a Mozart o Pachelbel con su canon en D cuando querías dormir.


Todos disfrutábamos verte comer. No importaba fuera una galleta oreo en tu sillita de comer o un babyfood de colores y olores para nada apetecibles. “Luisa, come con calma”, a lo que tu respondías, ¿y quien es Calma? Algún día llegaste a pedir que te calentara la comida en el TUcroondas porque tenías mucha hambre. Te encanta el maíz como a las gallinas y los tomates como si fueran manzanas. Todas las noches nos sentamos cuatro a la mesa, pero habemos cinco presentes. Y para ti, todas las carnes se llamaban “pollito”.

Bistec de lomillo del país. Adobado con sal, ajo y vinagre. Abundante aceite de oliva. Un poco de agua para que tenga un rato de hervor y que luego de cumplir su cometido se evapore. Dejarlo confitar a fuego bien lento en el aceite de oliva acompañado de algunas cebollas en ruedas. Un tenedor te indicara cuando esta listo.

Marchas a la universidad. Otras tierras te esperan. Otras ideas escucharan tus oídos. Muchos libros leerás sola en las noches. No llevaras alfombra bajo tus pies, pero llevas todo lo que sabemos tus padres para evitar las caídas. Algunas emociones provocaran cosquillas en tu panza. Otra barba sentirás en tus mejillas. Se acerca el día de soltar tu mano. Pero nunca, dejes de abrazarme.

lunes, 27 de febrero de 2012

Parentesis

Resoluciones de año nuevo encaminadas algunas, abandonadas otras. Pasadas ya las octavitas y los carnavales. Época donde los templos reciben más visitas que lo acostumbrado. Época en que, a lo que normalmente recibimos, tenemos que añadirle el recibo de estados de cuentas, informes de interés acumulados, W2’s, informes de ganancias de capital, etc., etc., etc. Época en que, no son pocos los que ven algunos de esos números encerrados entre paréntesis. Época de rendir cuentas ante al César. Y época  de entregar nuestras cargas para que Él, rinda tus cuentas por ti. Bastaría con tomar los paréntesis de alguno de esos encasillados y ponerlos en nuestras vidas. Pero que en esta ocasión sean solo símbolo de una pausa, en lugar de seguir siendo símbolos de alguna perdida.  Llego la cuaresma y en viernes, ¿que como?

Durante la semana, pídele a aquel amigo panadero, que te prepare algunos bollos de masa de pan de algunas cuatro onzas y mantenlos refrigerados. Cuando llegue el momento, saca los bollos del refrigerador y ponlos arropados con un paño húmedo en algún lugar tibio. Prepara una salsa con tomates frescos triturados, un chorro de aceite de oliva, algunos dientes de ajo machacados, hojas de orégano, sal, pimienta y un poco de azúcar negra. Busca pimientos asados, tomates secados al sol, albahaca, aceitunas negras, cebollas salteadas y crudas, quesos muchos, anchoas, sardinas, aceite de oliva, pimentón dulce y picante. Estira los bollos con la ayuda de un rolo y dale la forma que quieras. Prende el horno bien caliente (aprox.500° F). Y que cada cual se prepare las combinaciones de su preferencia. Alguna copa de vino no viene mal. De Italia tal vez, que algunos de sus hijos son parte de esta historia.


Época de reflección, de hacer ajustes, de perdonar y ser perdonado, de dar de lo que nos falta y deshacernos de lo que nos sobra, de poner a prueba voluntades siempre con ayuda de las rodillas. Época que en miércoles con un poco de ceniza se abre un paréntesis, que luego en domingo, cerrara una pascua.

martes, 10 de enero de 2012

Jamon del Sandwich

Durante el mes de diciembre prefiero no acercarme al teclado para acercarme a mi mismo. Las reflexiones son inevitables. Y la melancolía que me provocan los fuegos artificiales la tengo a flor de piel.

Choco con la realidad del ciclo natural de la vida de un hombre. Espero con mi hija cartas de universidades. Veo amigos con los que hacia más de veinte años no compartía. ¡Que no pasen otros veinte para volvernos a ver!, me decía un amigo de la infancia. Conozco hijos, nietos, yernos y suegras. Intento reemplazar la alegría que provocaba el que falta en las fiestas de familia, aunque siempre notamos su ausencia. Los viejos quieren salir menos de sus casas y los chicos todo lo contrario. Mientras, nosotros nos encontramos en nuestro complejo rol de hijos y padres. En otras palabras, como el jamón del sándwich...

Y si aun te queda un trozo de jamón, pernil, pavo o lo que sea, míralo con la ternura del que no tiene que comer. Deposítalo entre dos rebanadas de algún pan. Con la mente y el refrigerador abierto busca cebollas, cilantros, pimientos, aceitunas, lechugas, pepinos, mahonesas, mostazas, aceites, quesos y mas quesos. Saltea, hornea, calienta o como mejor prefieras. De todo menos, en mi opinión, el sencillo tomate que provoca se deslice las interfaces de nuestro susodicho emparedado. Dale gracias a Dios de tu abundancia y engulle tranquilo.

Difícil si, pero después de todo, no fue tan malo el 2011. En lo personal, estreche manos nuevas y viejos lazos. Viví con menos y disfrute más. Reí junto a amigos quienes tienen motivos para llorar. Celebre con otros que están de pie luego de besar el polvo. Hoy admiro más a mis amigos que lo perdieron todo y siguen luchando por el bienestar de sus familias. En fin, hoy somos más lo que lo pusimos todo en las manos del creador.

Y como me dijo mi pelirrojo amigo, un gringo que vino a pasar unas vacaciones a su patria Puerto Rico, “cuando escuchando olas del mar, eso es Dios la que me habla”.