martes, 30 de septiembre de 2014

Siembra

Fue a la guerra a salvar vidas. Korea, Vietnam y Vietnam otravez. Alguno que otro crudo relato. De algún  paciente en la sala de emergencias, tal vez. O de las prostitutas en las calles de Saigón. Alguno que otro hermoso recuerdo.  De la nieve en Virginia donde se convierte en padre, de las noches de Paris donde caminaba con su amada esposa o de las praderas de Texas de donde regresa condecorado a la tierra que le vio nacer.

Siempre me intrigaba el reloj rococó que trajo de Francia. Me llamaban la atención sus ollas anaranjadas LeCrucet. Me hablaba del beaujolais y de la Torre Eiffel. Con el aprendí lo que era el grilled cheese y el croque   Monsieur.

De Texas me enseno lo que era el BBQ, open pit para ser exacto. Donde pasaba horas asando pollo y chuletas en las fiestas de familia para luego acompañar el consabido arroz con gandules de la abuela.

Trozos de pollo en su puertorican rub. Sal y ajo machacado, orégano, alguno que otro limón de su patio que nunca podían faltar. Ni para la cocina, ni para las cuba libres de sus cunados. El pollo en una parrilla alta sobre el fuego, para que cuando callera la grasa no chamusqué el pollo y el humo lo ayude a cocinar. Paciencia y una “cervecita de la base”. Rosada la carne por el ahumado, crujiente la cuerito.

A   escondidas me daba la pruebita para que los demás no le pidieran. Forma en la que desarrollo esa confianza paternal que mantuvo conmigo hasta el día de su muerte. Nos acogía en el patio de su casa, los que mantenía como si fueran los campos elíseos. Con múltiples flores, fuentes, plantas, árboles y estanques. Hasta uvas sembró! Todo se le daba, como dicen en el campo. Se le daba el amor al prójimo de forma natural, se le daba la sonrisa de forma natural, se le daba el sentido del humor de forma natural y se le daba la humildad de forma natural.

Ya paso un ano de que te fuiste. Tu cuerpo fue sembrado y sigue dando buenos frutos. Claro que me haces falta. Pero gracias por ensenarnos vivir.