El que el labrador amarillo ya no me ladre al pasar por la casa de su amo, me hace sentir bien. Luego de varios meses trotando durante las tardes, parece que se convenció de que mis intensiones son buenas. Después de todo, corro por salud, claro, luego de una visita al medico y encontrarme altos el colesterol y la presión sanguínea. Ese sentido que tienen los perros, de ver cuando alguien tiene buenas intensiones, falta en nosotros los humanos, la mayoría de las ocasiones.
Intenciones buenas tienen también, un grupo de amigos de Australia. En un mundo donde nos fijamos con demasía en las diferencias, ellos, buscando en las cosas que tenemos en común, han encontrado una forma para unir gente de diversas culturas. Bethany junto a varios amigos fundaron eatwithme, para unir a todos, los que de alguna forma, disfrutamos del comer y el compartir con amigos. Se están creando eventos en varios lugares del planeta a estos fines. Desde Melbourne, Buenos Aires o San Francisco, actividades tan sencillas como un picnic, donde lo importante es, lo que tenemos en común. Y no tengo duda alguna de que cosas buenas están pasando. Comprarle al agricultor cercano, compartir ingredientes del huerto, visitar un restaurante rural o comprar pescado al pescador artesanal, no puede menos que ayudar, de alguna forma a que vivamos en un mundo mejor.
El globo se calienta. Pero un nuevo calentamiento surge. Surge del calor humano, de ese calor de las buenas relaciones personales, de los buenos amigos, de compartir lo que nos preocupa y ocupa, de comprender las diferencias, del respeto, de lo que amamos y de lo que nos apasiona.
Nuevas y fantásticas combinaciones surgirán. De un bife de chorizo acompañado con syrah de Queensland, un malbec de Mendoza con carne en el outback, tomarse varios “schooners” acompañando un mofongo en el Pier 39, un “pavlova” de postre luego de comer lechón asado en las montañas de Cayey. De sentar juntos en una mesa a Banjo Patterson, Juan Antonio Corretjer, Miguel Hernández, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe y a Mario Benedetti. De escuchar a Soda Stereo, Sebastian Hardie, Eagles o bailar salsa con la Fania.
Posibilidades infinitas. Solo con un grupo de buenos amigos, buena compañía y algo de comida, pues buena es toda la comida que se comparte.
Me pregunto, si el perro fuese un boyero australiano o un dogo argentino, ¿aun me estarían ladrando?