martes, 28 de diciembre de 2010

2010

En tiempos de crisis, hay quienes lloran, y hay, quienes le venden los pañuelos a los que lloran. Nos toca escoger de cual lado estar.

En el mes de diciembre me acompaña una melancolía digamos que, un poco, mas acentuada que la de siempre. Por eso me limito a mi mismo el escribir algunas notas. Pero en estos momentos de inevitable reflexión, me doy cuenta de que se me hace imposible reflejar otra cosa que no sea lo cotidiano, el conjunto de lo que llamamos vida. Ha sido un año difícil, no cabe la menor duda, en todos los rincones de la urbe. Me atrevo a pronosticar un mejor 2011. Por eso, intentare tomar por asalto mi cotidianidad para hacerla mas alegre y a su vez lo que les transmito por estos maravillosos medios.

Compartir más con familia y amigos. Continuar redescubriendo placeres en lo sencillo. Tomar más sol, salarme más la piel con el mar. Escuchar más música. Leer nuevos libros. Intentar acercarte al que me sostiene.

Conservas, condimentos, aliños, aceites perfumados, infusiones y aderezos, embelecos y mejunjes. Recetas con residuos, que la pina esta agria, nos esperan este nuevo año. Un buen guiso no lo rechaza nadie.

El cerdo asado que te sobro, zambúllelo en vino dentro de un caldero grande. Cebollas en ruedas, pimientos morrones en tiras y con su liquido, papas cascadas, salsa de tomate, alcaparras, mas vino para el cocinero, algo de pimienta en grano y hojas de laurel. Déjalo en fuego lento hasta que todo este tierno. Al momento de servir súbele el fuego un poco. Sírvelo sobre una cama de arroz blanco y alguna ensalada verde y fresca por el lado. Como punto final, un café negrito bautizado con un oloroso brandy.

Intentemos compartir algún momento juntos en este nuevo año para que seas parte de alguna de estas historias, así que aquí te espero.

Feliz año para todos y reciban un fuerte abrazo de mi parte.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Viernes Negro

Cuando vi al simpático muchacho bajar de su carro y acercarse a la casa, pensé que por fin mis vecinos la habían podido vender. Se me acerco, me pregunto si esa era la casa número tal, con mi afirmativa me comentó con un aire de sarcasmo, “ahora la casa es nuestra…”. Al preguntarle de quien, me contestó con el nombre de un popular banco.

Todo eso ocurría mientras los centros comerciales estaban abarrotados de gente comprando cosas que -piensan ellos - los harán felices.

Fueron de los primeros en recibirnos en nuestra comunidad, vieron nacer nuestras hijas, nos ayudamos mutuamente con el paso de algún huracán, nos cuidaban nuestro hogar al salir nosotros de viaje, muchas veces disfrutamos en aquella cocina y otras tantas cosas pasaron en esa casa durante algún tiempo que la tuve alquilada, que cercanas a estas fechas me mueven el alma y me estrujan el corazón. Foreclosure, maldita palabra que tanto se escucha en estos tiempos.

Oh! Que será de aquel arroz con garbanzos y chorizo que se comía solo. “Si no hay granos, no como” solía decir. Vasos grandes siempre, la mezcla en proporción al vaso. Yo preparaba las carnes, en las costillas de cerdo estaba su debilidad. Fuego bajo, lento e indirecto. Un recipiente con agua bajo la parrilla para que el vapor ayude en la cocción. Combinación de pimientas, orégano, romero, sal y un poco de jengibre en polvo, salsa worcestershire y aceto balsámico. Barnizadas varias veces con la salsa de tu predilección. Olor de barbacoa que se siente por el barrio. Buenas para compartir en comunidad.

Mi sentir contra aquel muchacho fue pasajero. Su trabajo o profesión, de repente me recordó a Mateo que de recaudador de impuestos se convirtió en apóstol.

jueves, 4 de noviembre de 2010

De las novelas y otras historias

Pienso que hay cosas de la historia que me parecen salidas de la mente de un escritor, más novelas o cuentos que parecen una historia verdadera.

Nunca nadie me contó como, luego de la generosa cena ofrecida por los peregrinos que se fueron de su tierra en busca de libertades, fue a parar a una reservación indígena el “salvaje” nativo. Tampoco, que yo sepa, el Mayflower realizo un segundo viaje y vino a parar a nuestras costas. Imagino, que de asi haber ocurrido, varios alcaldes disputándose la salvadora entrada por el azul mar de su azul municipio.

Aunque si así hubiese acontecido la historia, tal vez, el remembrado menú del día en que celebramos lo que todos los días deberíamos hacer, seria una gloriosa guinea en fricase. O tal vez, en todas las cocinas de nuestra isla se degustaría un arroz con buruquenas, o chuparíamos las patas de unos jueyes sancochados con un pedazo de ñame por el lado, o algún pescado frito con mojo isleño.

Pero volviendo a la realidad nuestra, felicito de corazón al discreto inventor del “pavochón”. A quien, desde el anonimato o desde el clandestinaje - dado que desconozco su deseo o falta del mismo, para la solución final del nuestro destino - se le ocurrió tan brillante idea. Ganado tiene que se le nombre un coliseo o un centro de convenciones. Aunque no descarto que haya sido por inspiración divina, ya que con un pavo que sabe a lechón, mayor cantidad de boricuas le damos las gracias a Papa Dios año tras año. “Te quedo tan bueno el pavo que sabe a lechón”, lo escucho y se me parece a cuando te dicen “estás tan blanquito que pareces un americano”… sea la madre, como si cuatrocientos años antes no hubiésemos sido colonizados por otro caucásico pueblo.

Ajos bien machacados en el mortero con sal, orégano y pimienta hasta formar una pasta. Embadurnar el jincho y desabrido pavo con la pócima de rastros indígenas. Calentar aceite o manteca - según sus arterias se lo permitan - en una cazuela, añadir unos cuantos granos del milenario achiote, barnizar la presa varias veces durante la cocción. Acompañar con una cerveza bien friíta y luego de pecar de gula, dese un palo de chichaìto y que Dios lo ayude.

Me estaba creyendo la historia del ingenioso hidalgo y caballero de la triste figura hasta que leí que su fiel escudero renunció a gobernar su tan deseada ínsula. No precisamente por torpe e incapaz, todo lo contrario, le brindo mi total admiración al peculiar personaje, sino por que no hay político en la historia que haya emulado tan singular hazana.

martes, 5 de octubre de 2010

Sancocho

“Siempre tuve la secreta impresión de que él iba ser joven hasta la eternidad. Pero parece que la eternidad llego…” Mario Benedetti en su libro La Tregua. Podría yo, tal vez, cambiar el “él” por un “yo”.

Mis amigos recién comienzan a cumplir los cincuenta. He ido dos veces a la boda del mismo amigo. Donde conversábamos de conquistas amorosas, conversamos de la visita pendiente que tenemos con el medico. La ansiedad de pedir permiso, se convierte en la ansiedad al tener que darlo. Añoramos el pasado. Y la perseguida estrella, a veces se ve más lejos…

Algunos años atrás, vivíamos la vida tan rápido como un plato a la plancha. Hoy, como guiso a fuego lento. Tomando pequeños sorbos de vez en cuando a ver como marcha la cosa. Añadiendo ingredientes de poco a poco. Dejándonos seducir lentamente por el caldo espeso. Guiso, que no hay forma de hacer poca cantidad, siempre sale mucho. Obligación sagrada el tener que compartirlo. Te hace sudar, te sana, te quita la borrachera – la del alcohol o la de la soberbia -. Nos hace disfrutar la lluvia y el clima frío.

A la ligera, te puedes quemar el gaznate. Luego de acercarla a tus labios, sopla la cuchara como a la mujer en la oreja. Nombre que hasta vulgar suena, ¡sancocho!

Carne de res con huesos, patitas de cerdo desaladas, cebolla y pimiento, hervido en mucha agua hasta tierno. Viandas todas, dejando la yuca fuera, pero incluyendo calabaza y batata por aquello de tener algo dulzón, añadidas en orden de dureza y con algunos trozos pequeños para espesar el caldo. Sal y pimienta a gusto. Un poco de arroz blanco por el lado y pique criollo. Recordando que lo que pica cuando entra, pica cuando sale. Una cervecita, no viene mal.

El sábado cumples cincuenta, escucharemos un poco de salsa gorda que tanto te gusta y algún coro le haremos a Héctor Lavoe, tu darás algunas vueltas y el sacacorchos también. Sepas tu mi amigo, que cuando te miro, donde veo los logros de tus hijos, veo tus sacrificios. Un abrazo.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Traits and memories‏

Muchas pueden ser las razones de un hombre para sentir orgullo. Pero el orgullo es un sentimiento propio difícil de compartir. Tan propias, individuales y únicas como el hombre mismo. De lo que alguien podría sentir orgullo, podría yo sentir vergüenza - o viceversa-.

Hace unos días leía yo una carta que mi hija mayor (16) le escribió a una de sus primas (11) quien vive en el extranjero – para mi EEUU es el extranjero, para otros tal vez no – creo que como parte de una asignación de mi sobrina y ahijada. No pude menos que sentir un profundo orgullo como padre por lo que leí y que, con permiso de la autora, comparto con ustedes.





                                                                                                                              August 31st, 2010


Dear Pao:


As a cousin I’m obligated to love you, but the truth is that with you it isn’t hard. Your personality is one of the best I know. You are funny, smart, caring and creative. Sometimes you’re a little shy, but give you a couple of minutes, and you’re that bomb they used to send us every summer, the entire summer. You’ve gotten older, but it’s almost same old Paola. The girl who loves sports and loves to laugh, like a hyena might I add. I have many memories with you and Clau.


I remember summer of 2001. I turned 7-years-old that summer. We spent the entire summer in Arlington and Dallas. We even got stuck in Dallas thanks to a volcano eruption. The day we were supposed to leave we went to the airport and had to go back to the apartment. When you got back from summer camp, we were hiding in Titi’s room and in the fireplace the next day when it happened again. We had so much fun. We went to the pool, we went to Chuck E. Cheeses, and we even went house-hunting. I haven’t forgotten the day we had rice and bean for breakfast, pancakes for dinner, and chocolate chip cookies for dessert.


The memories of Christmas of 2003 are unforgettable. We arrived at Dallas on Christmas morning. We had a lot of fun. I remember one day we went out and there was a storm going on! That day was the best! We woke up, ate breakfast, and got dressed. We visited a kid’s museum, I think; later that day we went to Chuck E. Cheeses. We even had lunch in ___(I don’t remember the name, maybe tio does.. it a BBQ place, very texas-y)___. Later during that vacation we traveled eight hours just to see snow! We had a snowball fight with dad, while mom made a puny snowman.


The summer that same year a miracle happened. You guys were in Disneyland when Titi decides she will visit a California hospital. Tio brought you to Puerto Rico the next day, and left the same. You spent almost three months in Puerto Rico! When you got here we hadn’t even finished finals. And you left our second day of back-to-school. Fabiola was born June 4th. Now that summer was great. You were always at our house, and we did so much, because we could. You even got and ear infection! We took you to the doctor; that pillow case has never been the same. Want a picture?? Once again, we went to the traditional Chuck E. Cheeses. We did so much, I can’t remember everything. I know we saw Mean Girls (worst mistake of our lives) and I know we went to La Parguera for my birthday. I know we went to the beach, and I know Emma sent you a letter that said: “Hi Paola! I hope you’re having fun in porto rico!”


Ever since that summer you and Fabi have come to Puerto Rico. Sometimes a month, sometimes a week. The important thing is that you do come, and that you have to remember that we won’t always be able to do the great things we did when we were little. Things were cheaper, and our lives were easier. I remember the summer when Fabi first came. You couldn’t leave her sight! You were so tired, and so was I. Fabi’s first sleepover at our house was that summer. We gave grandma a break and let mom take care of the baby. Things have changed.


I also remember the time when Nathy, Lulu, Kevin and Willito didn’t want us to spend time with you during Christmas Eve because “[we] were with [you] for three weeks, and the day she left [we] weren’t there. I got so mad. I always did. It wasn’t my fault. We always let you decide what you want to do; whether it is staying here or there... although it never seems to be Willito.


My next memories travel to the summer of 2007. It was the first time I traveled alone, kind of. Abuelo and abuela took a plane with me to Dallas, and then after about an hour, they left to meet with Titi Angie in California. I spent three week in Allen. I remember the day we celebrated my birthday. We ate breakfast at IHOP, if I’m not mistaken, or some other pancake house. Then we went to the pool by your house, and ate dinner at the Oriental place where they cook the food in front of you and put out the fire with the ‘peeing’ fireman. We went to the Allen Natatorium and to the movies to see Nancy Drew. Do you remember the sleepover? You, Lauren and I had so much fun. We spent 48 hour together. First we had a BBQ at Lauren’s house, and then we stayed over, you and me. The next day she stayed over at your house. I remember it was a Saturday because we were watching the DC Games on Disney Channel. And we froze Fabi’s panties.


The last summers have been a bit different, we can’t do as much and things have become more difficult. But remember one thing. We are always here, and we are waiting, but we have to get on with our lives. We won’t always be able to do the great things we once did. But I’m sure we can still do things. Whether it’s watching a movie on the sofa, playing Smash and Guitar Hero, or simply staying at home doing nothing, we can always come up with things to do. We won’t know what we will be doing, but we always end up having fun. We can go to the beach, or hop on the car and drive to San Juan to go to Plaza or to Titi Lourdes’ house. Remember one thing: times have changed, but fun doesn’t have to go away. We have to find fun or make our own. Remember those times. And know that with your laugh, Clau’s weirdness, Fabi’s fabiness, and our creativity, the sky is the limit.






Love,


Luisa María


De alguna forma, creo que muchos nos identificamos con esas historias. Cambiaran los lugares, los personajes, lo que comimos, los juegos y las maldades, pero el recuerdo de gratos momentos con mis primos esta siempre presente. Y aunque, “things have become more difficult”, aquí estamos luchando por que “the sky is the limit”.

jueves, 2 de septiembre de 2010

As I.S.

Renunció el enfermizo príncipe a su trono para casarse, cumpliendo el sueño de toda niña y de aquella bella cubana de Sagua que había conocido en un hospital en Suiza. Aunque este hecho, no significaba que fuera a vivir por siempre feliz…

Realmente se dan en la vida historias que parecen de novela. Historias que me intrigan. Pero mas me intrigan las razones para mantenerlas ocultas. Razones que no cuestiono, y aunque desconozco, debo respetar. Me lamento grandemente por no haber compartido más tiempo con mi abuela, Ignacia Sampedro por muchas razones que no vienen al caso. Más sin embargo, me consuela el que, la conocí lo suficiente como para amarla.

Pisaba ella la cocina para servirse o para que le sirvieran. No tenia amor por la cocina, pero si por la comida.

Disfrutaba yo de niño verla comerse un mango con cuchara, un emparedado con tenedor y cuchillo o tardar una hora degustando un pedazo de biscocho. Amaba el arte, sobretodo la pintura. Me ofreció un caballo y cumplió su promesa pintándome uno. Dudo que haya cambiado algún pañal en su vida, pero no dudo que haya cambiado muchas vidas. Defendió su espacio con uñas y dientes. Escribió en el ocaso de su vida inspirada por la nostalgia, la misma que me inspira desde que murió su hijo menor. Herede de ella su colección de sellos y un aire de aristócrata que a veces me embarga y que intento controlar.

No conocí ninguna receta de plato alguno cocinado por ella, pero conozco la de los frijoles negros que tanto le gustaban. Tres paquetes de frijoles en agua desde la noche anterior. Una botella de aceite de oliva, un pimiento verde, una cebolla grande, una cabeza de ajo, dos cucharadas de azúcar, par de hojas de laurel. Hervir todo junto hasta que estén blandos. Una cucharada de vinagre le añadiría su hijo antes de servir.

Dos años mas tarde habría terminado aquel tan sonado matrimonio y dos dictaduras acechaban a sus respectivos países.

jueves, 12 de agosto de 2010

Somos Todos

Algunas lágrimas navegaron por las bronceadas mejillas de la atleta, mientras se escuchaba el himno nacional y se izaba la bandera. Lágrimas, que le daban más brillo a la medalla que colgaba de su cuello. Sus lágrimas no fueron las únicas.

Durante meses nos estuvimos preparando para trabajar como voluntarios en la parte técnica del deporte de vela en los pasados juegos centroamericanos. Meses de aprendizaje y de sacrificios de todo tipo para los que allí estuvimos. Oportunidad preciosa para devolverle al deporte lo que, de alguna forma, nos dio a nosotros. Meses de conocer muchas nuevas buenas amistades. Cosas que trascienden las dos semanas que allí estuvimos, y que de alguna manera, redundaran en el desarrollo del deporte en esa hermosa zona de nuestra isla. El lema de “Mayagüez 2010, somos todos”, se hizo eco. El éxito de los juegos fue su gente.

No podía tener vista mas hermosa que en el lugar donde me toco cubrir mis funciones, a menos de media milla náutica del faro de Cabo Rojo. Como espectadores, nuevamente algunos delfines y un carey solitario que nos visito varios días. Como tripulación tenia a dos excelentes compañeros, estudiantes universitarios aun, que por sus cuentos y planes para lo que harían durante las noches, me hacían recordar de aquellos jueves. Difícil, no poder darle animo a nuestros atletas para evitar cualquier posibilidad de parcialidad ante los demás. Para el almuerzo, un “triste sándwich” como decían ellos, de aspecto no muy apetecible que digamos, luego de estar varias horas expuestos al sol y la humedad.

Y como si fueran ejercicios espirituales ignacianos, en medio de la jornada, un día de reposo. Día en que nos fuimos un grupo a la playa que nos veía pasar frente a ella los demás días. El BBQ no podía faltar. Costillas de cerdo, caderas de pollo con salsa teriyaki, sándwich de churrasco con chimichurri criollo y unas chuletas sorpresa que trajo un amigo. Para las caderas, dejarlas 12 horas en un “brine” de agua con sal y azúcar. Para la salsa, reducir una botella de salsa teriyaki con un trozo pequeño de jengibre, un diente de ajo, dos cucharadas de azúcar morena, el zumo de medio limón y unas gotas de balsámico. Cocinar a fuego indirecto. Barnizar las caderas al final de la cocción y caramelizar a fuego directo. Todo acompañado por buenos amigos con sus familias, un poco de música como salsa gorda, un poco de los 80’s y terminamos con rock británico de los 70’s. Las Medallas®, ese día fueron para nosotros.

Durante la premiación, no hacia falta que nos agradecieran por nombre y apellido a los que allí servimos. Para mi basto, con escuchar La Borinqueña.

martes, 3 de agosto de 2010

Yo Tambien

Ella recién la habían trasladado de la sala de cuidados intensivos a cuarto, cuando la enfermera le pregunto que cuanto le dolía y para colmo, del uno al diez. Ella contesto que ocho. “Coooño, le tiene que doler con cojones”, me limite a pensar.

¿Se le puede dar una escala al dolor? Ver un hijo en una cama de hospital o ver a un padre, o una esposa, tal vez un amigo. Dolores todos, pero el dolor es función de lo que hagamos o dejemos de hacer por ellos. Dolor, sufrimiento, sacrificio son parte del camino de la felicidad…

Hace unas semanas estaba yo con mi hija mayor recién operada de la espina dorsal en un hospital. No es fácil ver sufrir a un hijo, pero tengo la certeza que, solo desde la fe, se puede sobrellevar. Solo de esta forma se puede comprender el ver a niños con cáncer u otras enfermedades jugando y riendo. Padres amorosos con hijos en situaciones sumamente incomodas en términos de salud, se ven todos los días en los hospitales. Lamentablemente, eso no vende noticias. Vende noticias el maltrato y las cosas negativas.(Por que la maldita costumbre de recalcar lo malo).

Mi hija mayor, además, es la más rigurosa crítica de mis platos. Desde el vientre, le provocaba terribles problemas con la comida a mi esposa. No se si eso, de alguna manera, le desarrolló un asombroso sentido del olfato. Siendo solo una bebe, notaba cuando yo variaba algún ingrediente en la comida y en ocasiones hasta un simple cambio de marca de ingredientes. Tengo que admitir que ella es uno de mis mayores retos a la hora de cocinar. Tan es así, que cuando le pregunto si quiere que le cocine algo especial, me contesta que le prepare o el pollo frito de su abuela, o el arroz con salchichas de su madre o la ropa vieja de su abuelo. Por lo menos, se come todo lo que le preparo excepto, las costillas a la barbacoa. También le gusta que le prepare desayunos, creo.

Heredó de mí el amor por la lectura, la estatura y el que pisa la cocina con bastante frecuencia para su edad. Tiene buenas manos cuando de condimentar se trata. Y tiene buen sentido preparando postres, ya que por error se ha inventado algunos, como el cheesecake de dulce de leche. La receta, se las debo, pues los derechos de autor le corresponden a ella, y no me ha autorizado su divulgación.

Antes de nacer, nos propusimos mi esposa y yo darle, por lo menos, un abrazo, un beso y un te quiero diario a nuestros hijos. Ella nos enseñó a ser padres, por ser la primera, y a ser hijos, pues hay un dicho muy cierto que dice que, no se sabe lo que se es ser hijo, hasta que se es padre.

Los besos y los abrazos son igualmente correspondidos, pero cuando le digo “te quiero”, me contesta solamente con un simple, “yo también”.

domingo, 11 de julio de 2010

Sopa de Aniversario

De un sacerdote cubano, a quien quiero mucho, aprendí que hay aniversarios que requieren de un examen de conciencia o de una reflexión.

En estos próximos días, se cumple el primer aniversario de haberme embarcado en esta aventura de tener este blog. Varios amigos me habían sugerido que escribiera, jamás había pasado por mi mente tal propuesta, pero hoy siento que no puedo dejar de escribir. Originalmente se me ocurrió ayudar a mis pares, varones, a que se atrevieran a pisar las cocinas. Jamás osaría en lograrlo plenamente, tengo varios amigos que para verlos en una cocina seria solamente en una película de ciencia ficción… Intente primero, tratando de convencerlos de que la cocina puede – y lo es – ser un arma de seducción no ha sido tarea fácil. Sin embargo, mis amigas mujeres, hábiles al fin, leen cualquier cosa para poder descifrar las intenciones del enemigo. Solo espero no haberles provocado con mis escritos un, excusable solamente para ellas, “dolor de cabeza” que evite la culminación de una romántica cena.

Por escribir de lo vivido, he pasado este año como si fuera limpiando la alcachofa de mi vida. Muchos son los recuerdos que he desempolvado. Disimuladas confesiones, disculpas, algunos te quiero y alguna que otra poca vergüenza han pasado por estas paginas. Los protagonistas de esas historias saben a que me refiero.

La música forma parte importante de este embeleco, dicho finamente, de mi proceso creativo. Una vieja canción podría, por ejemplo, recordarme algún momento, algún lugar, algún sabor, algún olor particular – y no estamos hablando necesariamente de la cocina- o de alguna tentación vencida y de algunas otras sin vencer…

Este año podría llamarse algo así como la breve historia de Juan. Resumida, por supuesto. Y editadas por la parte de mi ser que se llama conciencia. Si me pagaran, tal vez, algún día cuento todo… ( amigos estén tranquilos, que los que me conocen saben que no soy ese tipo de persona).

He intentado hacerlos reír, mas sin embargo, he logrado hacerlos llorar. No se si eso sea un buen comienzo para un escritor aficionado. Lo que si creo que he logrado es, provocar emociones contando las propias. Intento escribir por lo menos una vez en la semana, pero la vida escoge el tiempo y, o me quita, o me da palabras. El teclado me la juega de vez en cuando planteándome ideas de las que no quería escribir. No me gusta herir sensibilidades, pero es difícil, sobre todo cuando intento ser sincero.

No se de que escribiré mañana o pasado, pero ojala se trate de cosas todas alegres, de reuniones de amigos, de cenas románticas, de alguna reunión familiar, de una nueva Cuba y un nuevo Puerto Rico. De ti, mi nuevo amigo/a, del día que nos conociéramos. De la barbacoa o del vino que compartimos.

De la sopa francesa de cebolla que tanto te gusta y hace tiempo que no preparo, me recuerdo ahora. Ve corre, trae los ingredientes para el caldo, cebollas, nabos, apio, ajo puerro, alas de pollo y huesos de res. Déjalos hervir con abundante agua hasta que se reduzca a la mitad. Luego, con un poco de mantequilla y de aceite de oliva moja el fondo de una olla. Añade mas cebollas cortadas en ruedas finísimas y déjalas dorar. Añade vino blanco y deja reducir hasta que evapore el alcohol, luego el caldo, salpimentar. Vierte la sopa en envases que puedan ir al horno, ponle unas rodajas de pan del día anterior sobre la sopa, cúbrelo cada uno con queso gruyère, llévalo al horno caliente para gratinar. Sírvete una copa del vino blanco y disfruta.

Plato que no es para solitarios. Espero, que no solo de los sudores provocados por la sopa, disfrutes… Volvemos al principio.

sábado, 26 de junio de 2010

Que emocion!

Le quito su vida de las manos del Señor para hacer su propia voluntad y no la de El. Sentido de impotencia nos arropa a nosotros, sus amigos.

Quisiera escribir de cosas mas alegres, pero la vida, inesperadamente, me lleva por el camino de la tristeza en estos días. No quiere decir eso que no tenga motivos para estar contento y celebrar la vida, pero merece de vez en cuando un examen de conciencia colectivo, aunque sea forzado por un acto de egoísmo extremo.

La última vez que le vi, su esposa me pedía la receta de una paella para ver si de alguna manera le estimulaba el apetito disminuido por la quimioterapia. Nunca me dio la oportunidad de preguntarle que tal le quedo, si le gusto, si comió mucho, si se sintió mejor. Dudas no debe haber tenido de sentirse querido. ¡Que emoción!, era una de tus frases favoritas y estela de emociones diversas dejaste. Aun no comprendo las que pasan por mí.

Que difícil se nos hace aprender el “Padre Nuestro”, y no dije, precisamente, memorizarlo sino aprenderlo, hasta sencillo nos parece a veces... ¡Hágase tu voluntad!

Quisiera amigo entender tu mirada, escuchar tu silencio y comprender tus pensamientos. Que tal te va, cuéntame… Dime, como te sientes… En que te ayudo… Te escucho, te comprendo… Ven siéntate, hablemos, déjame presentarte a quien me da luz y fuerza… Frases que deberíamos decir más a menudo. Decirlas yo, y que tu me las digas también.

Amigo ven, celebremos juntos la vida, la amistad y el amor. ¡Que basta solo un Gólgota!

Me refugio detrás de la estufa. Busco en la nevera una Medalla de las tantas que hiciste en la cervecería. La cena me recuerda el ciclo de la vida. Me siento en la mesa con mi esposa y mis hijas, mi hija menor bendice los alimentos, la bendición me llega hasta el tuétano.

viernes, 11 de junio de 2010

Aquella Receta

Creo que no existe tal cosa como una vieja canción, en la medida que un sentimiento nuevo se identifique con ella, renacerá y pasara a ser parte de una nueva y personal historia.

Algo recordaras por ella. Un evento o un acontecimiento. Tu primer amor, tal vez. El error de tropezar con la piedra y no levantarse o el que estés de pie y en lucha. De lo que fue o de lo que pudo haber sido. Tus miedos, tus logros, tus travesuras. Recuerdos que forjan tu presente y te impulsan al futuro.

Años que pasaron en segundos o segundos que fueron eternos. No podemos vivir en el pasado, pero no debemos dejar morir los recuerdos. Cuando la escucho, te recuerdo y te veo como siempre quisiste ser. Hoy me gustan canciones que no escuchaba veinte o treinta años atrás, simplemente porque tu estas en ese recuerdo. De la escuela, del verano, del baile, de la universidad, de aquel viaje, del hospital, de nuestra calle, de la playa, del pueblo o del barrio.

Dos nuevos corazones que se juntan la tomaran y la harán suya. El grupo que se gradúa de la escuela la tomaran y la hará suya. Los estudiantes en marcha, la tomaran y la harán suya. El político en campaña, la tomara y la hará suya – que desgracia-.

Canciones inolvidables por diferentes motivos. Un beso y una flor. Let it be. Preciosa. El Rey. Guantanamera. Don’t stop Believing. Dust in the Wind. More than a Feeling. En mi Viejo San Juan. Oh que será! A mi manera. Two Out of Three Ain’t Bad. Miles más pasan por mi mente y que seguramente tu estés en alguna de ellas. Busca en el B(erigudtaim)-pod que tienes al lado mientras lees.

Tampoco existen viejas recetas de cocina por los mismos motivos. Aborrezco los platos salidos de un laboratorio y las mezclas de vegetales inverosímiles que navegan miles de kilómetros antes de llegar a tu mesa, como si fuera reggaeton.

Que no te importen mis recetas más que las de los tuyos. Aprende a hacer el sofrito de la abuela. Aprende a cocinar el plato con el que te recibe tu madre. El pescado recién salido del chinchorro que se come en la pescadería del pueblo. La empanada que vendían cerca de la escuela. El sándwich que compartías con tu novia. El desayuno de tu luna de miel que fue el postre en otra mesa. ¿Que quieres que te prepare?, es música a los oídos de cualquiera. Busca el papelito con aquella receta que copiaste hace años por algun motivo y que esta guardada dentro del libro de cocina, abre una botella de vino y prende el tocadiscos o mejor dicho el i-pod, cocinale.

Y cuando la veas tararear esa vieja canción de tiempos vividos, no le preguntes de que se acuerda, canta con ella y celebra que tu eras parte del horizonte de aquellos caminos.

viernes, 4 de junio de 2010

Arroz Frito

Con ella aprendí, que tener una mujer en la casa no es cosa fácil. No conocí a todas sus amigas, pero estoy seguro, de que ellas a mi, sí. Creo que puedo decir que, en parte, mi paciencia –la que tengo y la que me falta- se la debo a ella.

Recuerdo el día que la trajo la cigüeña. Creo que ese día mi padre estreno la cámara a colores. Luego de seis años como hijo único, tenia un hermanita “con quien compartir”. Hello! ¿A que puede jugar un niño con una hermana seis años menor? Pues, hoy tengo que admitir que jugaba al niño celoso… hasta biberón comencé a utilizar después de “viejo”. Lo que mi madre me servia en el bibi era café con leche. ¿Porque a los niños de hoy no se le dará café? Tal vez jugarían más en el patio y menos en el televisor. La niña fue creciendo, durante una época tenia una amiga con la que hablaba por horas, y a la que yo, nunca pude ver… “Monta unas conversaciones del carajo la mojona” decía el cubano.

Continuo creciendo. Le sirvió de modelo a nuestra vecina cuando tomo su primer curso de fotografía. Luego los gavilanes comenzaban a dar vueltas por la casa. Cosa que tengo muy presente en estos días…

Con ella me convencí, de que son un montón los genes que guarda ADN humano. Desde los gemelos idénticos, en un extremo y ella y yo por el otro. Podemos hablar casi de todo, menos de política. Aunque en la cocina nos complementamos, yo con la comida y ella con el postre.

Creo que a pesar de todo fui un buen “role model”. Enseñándole con mis errores y ella aprendiendo de los propios.

Aun no me atrevo a visitarla a Boston por cuatro pequeñas razones. Tal vez, cuando esas razones estén estudiando en universidad, me atreva a visitarla. A mi me gusta viajar en invierno y no me imagino con cuatro “mini-her” confinado en la casa. Tal vez nos visite en verano, supongo que tendré que cocinarle su arroz frito.

Arroz blanco del día anterior, bajo en sal preferiblemente. Huevos en revoltillo. Aceite neutro saborizado con ajo y jengibre. El jamón de tu preferencia, y cebolla picada pequeña rehogados en el aceite. Añadir el arroz y el revoltillo al wok o un sartén grande bien caliente. Mover constantemente. Añadir salsa de soja a tu gusto. Para terminar, añadir cebollín cortado en ruedas y brotes de soja. Excelente para acompañar alguna carne a la parrilla.

También me ayudo a comprender, que a las mujeres, es mas fácil quererlas, que entenderlas. Feliz cumpleaños hermanita.

jueves, 27 de mayo de 2010

Especial del Dia

La necesidad de escribir provoca en mí el meditar las respuestas a preguntas sencillas.

Me pregunta una prima que vive en el extranjero, que cual es mi especialidad – en la cocina, supongo - y me doy cuenta que no tengo ninguna. Lo que tengo son gustos, intereses, recuerdos, motivos…

Cocino platos que me recuerdan de donde vengo y aprendo otros, cuitas de lo que quisiera ser. De un pasado cubano y un de un presente puertorriqueño. De donde viene el apellido y de donde quisiera ir. Estudio platos de antiguos fogones de los países que visito. De lo que almuerza un obrero en Toledo, de lo que cena un seminarista en Roma, un gondolero en Venecia o un estudiante en Nueva Orleans.

Cocinarte es decirte que me importas, que ya eres parte de mi vida. Cocinarte podría ser darte las gracias, darte un abrazo, decirte te quiero o tal vez te amo. Disfruto cocinarle al que se sacrifica por otro. Disfruto un plato sencillo con una conversación compleja. Disfruto de un plato con vino o con agua.

Le cocino a la vida. Entre mis platos están un caldo espeso que le preparaba a mi padre en su lecho de muerte y un pescado fresco a mi prima y mis tíos que nos ayudaban a cuidarlo. Entre mis platos esta un postre de fresas caliente para el cura que lleva todo el día perdonando pecados y un sancocho para los que fueron perdonados -no hay sonrisa mas amplia que la del hombre de conciencia limpia…- Entre mis platos tengo una salsa criolla para el pescado y unas costillas a la barbacoa para mi familia en Orlando.

Le cocino a la nostalgia. Intento el arroz con pollo a la chorrera para el amigo que no lo come desde que salio de Cuba. Intento sin éxito la ropa vieja de mi padre y el pollo frito de mi madre. Casi logro el bistec de mi abuela y los panqueques de mi tía.

Le cocino a los amigos. Un asopao al borracho para que llegue a su casa. Cocino un fricase que aprendí en los días de la universidad con algunos hermanos que me ha regalado la vida. Me gusta estar en la cocina con un amigo que lucha contra la depresión.

Disfruto cualquier viernes con buenos amigos, una botella de vino y alrededor de la estufa. Disfruto una barbacoa en el mar con buenos amigos y una cerveza fría. También me refresca cocinarles a los amigos de mis hijas, me refresca escucharlos hablar de política y de música. Me refresca y siento orgullo cuando los escucho hablar de metas y de sueños. Me refresca la vida cuando los veo como disfrutan la creación y la tierra. Me refresca verlos darse un abrazo sincero.

Le cocino a la familia. Les preparo el desayuno a la mujer que amo y a las hijas que consiento... Loco me dicen por que le cocino hasta a mi suegra. Comparto la cocina, los chistes, la música y un mojito – más bien varios- con mis concuñados.

La cocina me enseño que los ingredientes son como las palabras, imposibles de retirar una vez utilizadas.

Alguna vez almorzando con un amigo, el mesero pregunto ¿les falto algo?, a lo que mi amigo contesto, “le falto el amor”.

jueves, 13 de mayo de 2010

Crema y Nata

Nació la noche en que uno de los candidatos a gobernador le saco la lengua a la candidata mujer. Presagio de que las campañas políticas y las formas de administrar la colonia cambiarían para siempre.


Esta noche es su misa de graduación de escuela secundaria y en agosto, si es que se ponen de acuerdo los estudiantes en huelga y la junta de síndicos, entrara al Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, mi alma mater. No doy mi opinión de la huelga por no ser este el foro, además por decoro y por no ofender gentiles que tengo a mi derecha, pero me levanta sospecha cuando el verbo duro quien lo expresa el mas “maduro”…


Estudiara en la escuela de ciencias agrícolas, cosa que me alegra grandemente. Imposible estudiar agricultura y no tenerle amor a la tierra, tu tierra y mi tierra. Sentirá el olor a tierra húmeda, asistirá a alguna puerca pariendo, ordenara alguna vaca, vera como se insemina artificialmente a una yegua, conocerá de semillas, de tipos de suelo, aprenderá de injertos. También se dará cuenta de lo duro del trabajo de la tierra. De lo triste que es el que personas prefieran comprar productos extranjeros por economizarse un vellón. Después de todo, ¿si no compramos nosotros nuestros productos agrícolas quien vendrá a comprarlos? Le dará tristeza ver cuando la gente compre carne de Costa Rica, huevos americanos, yautía de Santo Domingo, café cualquier sitio que no sea de nuestra isla.


También conocerá de “ "Aquellos Jueves", de los que saque el anillo que llevo en la mano izquierda y que son la razón para que me llame tío. Seguro estoy que si le pregunto que quiere de regalo de graduación, me dirá con su pasmosa tranquilidad, quiero alitas tiiioooo…


Alitas de polo fresco del país, cortadas en tres. El extremo, guárdalo para un caldo. Bien adobaditas, fritas en aceite vegetal por veinte minutos, hasta bien doradas y tostaditas. Para la salsa búfalo - siempre sale la situación colonial – mezcla salsa picante Frank’s con mantequilla y unas gotas de vinagre. Para la salsa blue cheese, mezcla aderezo de ensaladas con unas gotas de limón y un toque de miel. Sirve el pollo con unos palitos de celery.


Esperanza tengo en la juventud que se levanta, que se levanta por que crece y por que se pone de pie. En la que estudia y trabaja. En la que ríe y en la que llora. En la que canta y en la que ora. Esperanza tengo en ti, siendo tu, no importa tu edad física parte de esa juventud.

lunes, 3 de mayo de 2010

Voluntario

El mar envío a dos sonrientes delfines a recibirnos tan pronto comenzamos a navegar por la Bahía de Boquerón. Múltiples reacciones provoca el mar en cada ser, pero encontrar delfines que parecen dirigir el rumbo de nuestra embarcación, me provoca seguridad. O será tal vez, la forma que tiene el Señor para decirnos que estamos haciendo lo correcto.


Llevo varios fines de semana un poco alejado de los fogones y dedicando parte de nuestro tiempo libre con un grupo de amigos como voluntarios con miras a los próximos Juegos Centroamericanos Mayagüez 2010. Entre balizas y boyas, sogas y cabos, nudos y grados, rumbos y distancias, banderas y anclas, sal, mucho sol, olas y lluvia, el deporte de la vela es uno de los más complejos de montar en unos juegos como los venideros. Pero también entre mucho entusiasmo y sacrificio, nuevos conocimientos y nuevos amigos. No puedo olvidar, que la vida me ha enseñado que, mientras mas grandes los sacrificios, mas grandes las satisfacciones. Cuando llegue ese momento de izar la bandera, escuchar el himno y que se coloque la presea en el cuello de algún atleta, sentiremos la satisfacción de la labor bien realizada…


Y no se a ustedes, pero a mi estar en el agua me despierta un apetito terrible. Tan pronto llegamos a tierra, me llama mi madre por teléfono y me hace de esas preguntas que hacen las madres sabiendo perfectamente cual será la contestación. ¿Tienes hambre? ¿Vienes a comer? ¿Que quieres que te prepare? Cualquier cosa madre… le contesto, con esas contestaciones que dan los hijos cuando contestan algo sin decir nada –como suelen contestar algunos políticos, hijos también…-. Pero ella muy bien sabía a que me refería con eso de “cualquier cosa”, pollo frito y arroz con chorizos, con sabor a te quiero.


Chorizos enlatados, en un poco de la manteca del chorizo, rehogar cebolla cortada pequeña, aceitunas, sofrito criollo, sal a gusto, caldo de pollo, achiote y arroz. Proporciones de caldo a grano, como te guste. Cocer destapado hasta que seque, bajar el fuego y tapar. Excelente este arroz para acompañar carnes asadas, con una ensalada fresca y una cerveza bien fría, luego de un día bajo el candente sol…


Aunque le dije que iría solo, cocinó como para cuatro. Y para completar, no falto el regaño, como en los tiempos de antaño, por no haberme devorado todo lo que me puso en frente. Salí corriendo para llegar a misa, me falto tomarme un café y decirle, yo también te quiero. Feliz día de las madres.

martes, 20 de abril de 2010

Pura Concepción

Cuando el ángel que lleva el nombre de tu nieto, se le presentó a María, también fue engendrado tu nombre…


Recuerdo la vieja casa de madera frente a la gallera del pueblo. En el patio, algunas gallinas sueltas, los gallos, en su jaula. Uno pinto, uno manilo, uno bolo, un paticebo y algunos otros. Mi primo, amolándole las espuelas para luego ponerlos a coger sol, deberán estar listos para el domingo. Mi prima, en su cuarto adornado con pósters de los Monkeys. Yo, sentado en la escalera de hormigón en el balcón, en espera de que fueran las tres de la tarde para tomar café. Tu en la cocina, como siempre, colando el café con una media, e hirviendo la leche en una lata de avena quaker. Antes de decirte que estaba muy caliente, ya lo venias enfriando con otra lata.

– Con mucha espumita, tía, como me gusta -.

Habían pasado algunos años cuando te mudaste al lado del parque. Siempre me tocaba buscar la bola cuando caía en tu patio, y no fueron pocas las veces que la pelota de béisbol chocaba con tu ventana. Fueron muchas las veces que me comí todas las acerolas del árbol de tu casa, con premio y sin premio. Mis primos, con su tocadiscos. El, con los eight-track de la Fania, con aquellos tonos de verde y anaranjado chillones. Y ella, con los discos de Los Ángeles Negros, Sandro y la Corporación Latina. Buscando entre aquellos discos, un día me encontré con uno del loco de mi primo que me intrigaba de sobremanera. Tenía un león en blanco y negro que se fundía con algunas figuras humanas en la carátula y que por su lado leía, Santana…


En la estufa, un sancocho de carne de res que santigua. Dulzón por la calabaza y la batata. Con un poco de arroz blanco para acompañarlo. Carne, con hueso y sin hueso. Sofrito y manteca de achiote. Agua. Maíz, chayotes, yautía, ñame, papas, batata y calabaza en ese orden, para que no se rompan las viandas mas blandas. Hasta que espese, hasta que se te haga imposible ignorar el olor, hasta que la vianda no se resista al tenedor. Un plato profundo, un cucharón de arroz. Come caliente antes que se te enfríe. Necesario sudar la gota gorda. Comer, gozoso.


Nunca me fije en como preparabas las habichuelas, ni aprendí tu receta de los sorullitos, pero para mí, desde el pasado viernes, el primer misterio gozoso del rosario, llevara tu nombre y en el cielo el ángel anunciará que el almuerzo esta listo.

miércoles, 7 de abril de 2010

Rincon

Desde tu balcón se aprecia la vida. El pescador que prepara su red. Los pelícanos en espera de su presa. El árbol centenario con mil historias que contar. El borrachín con su perro y el perro con su amo. La madre con su hijo y al hijo de su madre. Un surfer solitario en espera de la ola de sus sueños. El turista que camina pensativo por la arena mojada. Las olas y las arenas de Silvia. El mar en todas sus dimensiones, tentador e intimidante a la vez. Olas rompiendo que nos recuerdan lo vulnerables que somos. Las ballenas que nadaron miles de kilómetros para danzar al amor y por el amor. Por el tuyo y por el nuestro. El horizonte que se traga al inmenso sol. Las estrellas del cielo y las que el mar multiplica con su reflejo.


Desde tu balcón celebramos mi vida y la alegría de la pascua observando la creación que nos regalo el resucitado. También brindamos, varias veces, más bien, bastantes veces. Reímos. Bailamos al son del “playlist” preparado para la ocasión. La estufa fue mi pareja durante parte de la noche. Pescado fresco, peto para ser exactos, para combinar con los aromas que nos regala el mar. En ruedas uno. Filetes del otro. Trocitos empanados del filete y empanadillas de la carne blanca que se negaba a dejar el espinazo. Sacrilegio desperdiciar algo de pescado por un pescador – y por cualquiera -.

Harina de trigo, huevos batidos y galleta molida. En ese orden, pasar los filetes salpimentados. Aceite vegetal caliente para freírlos. Escurrir en papel absorbente. Comer calientes con alguna salsa a base de mahonesa y limón.

Para el relleno de las empanadas, rehogar en aceite de oliva pimiento, cebolla, un poco de ajo, papas y aceitunas con un poco de polvo de curry, pimentón, sal y pimienta. Todo picado muy pequeño. Agregar el pescado, añadir un chorro de vino blanco. Cuando evapore el alcohol, cubrir con un poco del caldo que preparaste con las cabezas y el espinazo del pescado. Dejar reducir hasta que las papas estén tiernas y listo.

Al momento de partir hacia la ciudad, con el cuerpo extenuado y el corazón satisfecho, desde tu balcón en Rincón y desde la gloria en el cielo, me recordaba Mercedes que tenemos que dar “Gracias a la Vida”.

martes, 30 de marzo de 2010

De Pesqueria

En su Cuba natal le llamaban pesquería - caza es a casería como pesca es a pesquería -. Solían ser de fin de semana. En el grupo no podía faltar el meteorólogo aficionado, el capitán de la embarcación, el especialista en las carnadas y el cocinero. Aunque también uno solo podía hacer ejecutar todas las funciones. Llegaban el viernes a la playa, era el día de llenar los tanques de combustible, aunque las embarcaciones también tenían vela, llevar al barco todas los artes de pesca – cordeles, redes, tarrallas, figas, varas, vicheros y anzuelos - y preparar las carnadas. Siempre había tiempo para tirar un cordelito y buscar la cena. Las fases de la luna, las mareas, el viento, las nubes pasaban a ser el tema de conversación para determinar el plan a seguir el próximo día. Atrás quedaban el trabajo, los estudios y las mujeres.


Ya de madrugada sabían a lo que iban. Podía ser irse de curricán, pesca de fondo o pesca submarina, o todas las anteriores. Alguna que otra vez, se le podía caer al agua un cartucho de dinamita encendido, suficiente para llenar de peces todas las redes. Entrada la tarde, llegarían a alguno de los cayos donde el cocinero preparaba el banquete.


Acá, en el exilio, el punto era la Parguera. La ceremonia de preparar el balajú, parecida. Un Don-Q con Coca-Cola lubricaba la ansiedad y la nostalgia en los adultos. En los niños, la dramamina. Los acompañaba un curtido pescador local, cuyo nombre es el gentilicio de alemán en ingles. Hombre tosco, serio, no tomaba – alcohol -. Aun en los ochenta se resistía a utilizar motor en su yola. Jamás he vuelto a ver un pescador a remo. El conocía todos los fondos, las corrientes y el veril. “El tiempo esta bueno para los dorados”, era mi frase favorita. Al regreso del dia de pesca, nos deteniamos en algun cayo para limpiar los pescados y refrescarnos un poco. Aunque a veces pienso que era requisito de mi tia para evitar el reguero de escamas por la casa.

Desde aquellos días tengo la teoría de que las picúas de la Parguera tienen mejor olfato que los dorados.  No podia faltar que se nos pegara por lo menos una, cada vez que se salia a pescar. Tiempos aquellos en que aun no se hablaba de ciguatera. La hueva – el caviar cubano - la preparaban rebosada para ir picando algo en lo que se preparaba el resto.


Picuas, dorados, petos, atunes y sierras. Durante esta importante semana, una buena sierra significa un buen  escabeche. Cortada en ruedas, salpimentar y pasarlas por harina de trigo. Freírlas en un poco de aceite vegetal, hasta doradas. Escurrirlas en papel absorbente. En otro sartén, cubrir el fondo con aceite de oliva, dorar unos dientes de ajo. Rehogar la cebolla junto a unas hojas de laurel, pimienta negra, aceitunas y unas tiras de pimiento morron. Al final, bajar el fuego, añadir un poco de vinagre de manzana y luego las ruedas de la sierra. Luego, dejarlo reposar en un envase de cristal. Esperar, si puedes. Mientras más días pasan, más sabroso se pone. Para acompañar, una cerveza fria, alguna bianda, arroz blanco, pan, unos tostones o con ná...


Vale la pena llegarse hasta un fondito en la latitud 17º55’05” longitud 67º06’31”, allí garantizado, siempre pica el peje.

martes, 9 de marzo de 2010

Pescar Volando

Cuando llegaron a la playa y vieron el mar, ella no pudo evitar quitarse la ropa, para bañarse desnuda en aquellas aguas cristalinas ante la mirada perpleja de su marido.

Estaban cerca de cumplirse cuarenta años en el exilio, pero quien se bañó en la playa aquel día no fue la mujer de sesenta y tantos. Fue, más bien, aquella mujer de veinte, de pelo corto, pecosa por el sol, traviesa, simpática, de sonrisa contagiosa y alegre, que tenia que partir de Cuba con su niña recién nacida y su esposo, hacia tierras desconocidas.

Luego del chapuzón, y de abrirse todos los apetitos, se marcharon a un paladar a comer pescado fresco. Ella comería su pescado y el se pertrecharía con una buena langosta…

Pescado, sin haber tocado nevera preferiblemente, si es pequeño (Ej. colirrubias), frito bien tostado, adobado solo con un poco de sal y pimienta. En el otro extremo, los grandes (Ej. mero cherna), los prefiero al horno, bien cubiertos para que el vapor los cocine. Sal y pimienta, cebollas, pimientos, ajo, limón, un poco de vino blanco. En el medio, los que se puedan filetear (Ej. dorado), como sea, en mantequilla, empanado, en la plancha, en la parrilla. Cuidado en no sobre-cocinar. Salsas, sencillas. ¿Para que quitarle el sabor al pescado? -las frutas, son para el postre-. Como guarnición, cualquier almidón es bueno. Papas, viandas, arroz, arepas, zorrullos, tostones o un pedazo de pan.


Langosta, hervida en agua de mar con un chorro de aceite de oliva, nada más. Receta del pescador que me dijo “si le das de comer a un hombre, lo habrás alimentado un día. Pero si le enseñas a pescar, le habrás dado de comer para toda su vida…”

Mientras su marido atendía al televisor, ella sonriendo me decía, que lo más cercano que había estado de experimentar la liberdad que daría el poder volar era, nadando desnuda.

martes, 2 de marzo de 2010

Una Mirada Al Sur

Tu hermano recién había comenzado a trabajar en Perú luego de graduarse de Harvard. Serrat nos presentaba a Benedetti. Imposible no darnos cuenta de que, “el sur también existe”. La profesora de música nos decía que era un sacrilegio darle música a un poema. Pienso, que al poeta no le molesta, que el músico lo lleve, a quien no osaría con tomar un libro de poemas en sus manos – por lo menos en aquellos días -. Seria tan dulce, como para quien nunca tomaría una biblia en la mano, y conoce el evangelio por el testimonio de vida de otra persona… Recuerdo tu regreso de visitar a tu hermano, cuando contabas que en aquel barito mas allá de las Sínsoras, el día antes de subir a Machu Pichu, aquel músico indígena, invito a los boricuas a cantar “En mi viejo San Juan”.  Y las artesanías traídas del Amazonas que vendíamos en ferias y festivales para costear otras cosas que no eran, precisamente, los estudios.

Sur America inmensa, majestuosa, rica en naturaleza. Ríos y lagos imponentes. Glaciares y desiertos. Montañas, pampas y selvas. Tienes el centro del universo en Cuzco. Rica en cultura. Rica en secretos. Apasionada por el deporte. Rica en música. ¿Que será mas sensual, un tango o una samba?

Hogar adoptivo de algunos que huyeron desde Alemania e Italia. Sufrida, también. Dictaduras de diestra que mancharon con sangre tus tierras. Luego, con una democracia débil fuiste saqueada por algunos de tus hijos. Errores, tal vez, como los que se cometen en la juventud por querer andar más ligero. Gobiernos nuevos que el peso del pueblo ha inclinado sutilmente hacia la izquierda. Madres que aun buscan consuelo en la Plaza de Mayo. Huerto de hojas milenarias nacidas para evitar el soroche y que fueron sintetizadas en veneno.

Carne mucha, en toda tu  extensión. Sencilla, basta con un poco de sal gruesa y unas brazas. Chimichurri único. Aunque habrán tantas recetas como gauchos en tus pampas. Ingredientes sencillos que cuando se unen, son un todo (ejemplo que deberíamos seguir nosotros los hombres). Ajo, orégano, perejil, ají en polvo, salmuera, vinagre de vino tinto y aceite de oliva que mezclados, llevan la carne a otra dimensión. La carne roja me gusta roja, jugosa y sin mayores pretensiones que un poco de sal y tal vez pimienta. Basta solo un pedazo pan, un cuchillo y un malbec mendozino. 



«De alguna manera, el Sur es el futuro, siempre y cuando este exista. Quizás el futuro del hombre deba ser construido artesanalmente, en ciudades donde las urgencias no nos derriben, en tierras donde los árboles nos ayuden a respirar, en tiempos y lugares donde podamos al fin morir tranquilamente, sabedores de que la humanidad ha ganado el derecho a sobrevivirnos» Mario Benedetti


martes, 23 de febrero de 2010

Caramelo Chocolate

El show de Iris Chacon se escuchaba en stereo por todo el vecindario. Su “coolant” no podía evitar que subiera la temperatura en los mas adultos. La programación sabatina comenzaba a eso de las seis. Los chamacos, luego de cenar, a jugar en la calle. Juegos de lo que fuera. Conversaciones, a veces. Vacilones, casi siempre. Como teníamos varias vecinas, los buitres al acecho nunca faltaban. Recuerdos, como para escribir un libro.

Entrada la noche, era inevitable que nos diera hambre. Teníamos cerca un famoso lugar. Barra y cafetería, famoso no precisamente por sus delicias culinarias. Más bien, por ser el único lugar abierto hasta altas horas de la madrugada en muchas millas a la redonda. El menú, justo para los que necesitaban bajar los niveles de alcohol de la sangre. Pasábamos varias veces, pendientes que sacaran una tanda de papas fritas recién hechas. Papas que luego pasarían varias horas bajo una bombilla. El vaso de papas fritas a peseta, un poco de sal, Ketchup y pa’dentro. Las pizzas, no voy a relatar lo que me dicta el recuerdo. En una ocasión, hicimos un “serrucho” para comprar una pizza completa, por supuesto tenían que hacerla al momento, lo que garantizaba su “frescura”. Uno de nuestros grandes amigos le toco ir a recogerla. Cuando la traía, venia haciendo malabares con la caja de pizza, como un niño cuando lleva un avión de juguete en la mano. Creo que no tengo que dar detalles de cómo quedo el asunto.

Luego de cansarnos de las papas fritas y las pizzas, descubrimos un anafre en el patio de uno de los vecinos. Bendita solución. Cambiamos el suculento menú anterior por chorrizos parrilleros hechos por nosotros mismos.


Fue como conocí los embutidos hechos a la parrilla. Fáciles y rápidos de hacer. Entretienen el apetito en lo que esta listo el resto. Y con una buena copa de vino o una cerveza, van mas que bien. Chorizos, butifarras, longanizas criollas, kielbasa, morcilla, en fin, el embutido de tu preferencia. Con un poco de salsa chimichurri o con unas simples gotas de zumo de limón, es suficiente. Para que no se te rompan, dale unos cortes diagonales en la superficie del embutido. Ten cuidado con la grasa que cae a los carbones. Siempre es saludable tener una botella con liquido – no desperdicies la cerveza en esto - cerca para aplacar cualquier fueguito indeseable. Tanbien puedes tostar unas rodajas de pan para acompañar el aperitivo. Untadas con aceite de oliva, luego, pásale un diente de ajo o un tomate al pan tostado.


Luego de reír y compartir un rato, el fin de mi noche con mis amigos lo marcaba un “Juannnn Victooooorrrrrr” de mi padre que todavía retumba por los alrededores.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Felicidad comienza con F

De momento todo convergía en aquel examen final. Dos horas eternas, donde lo único que pasaba por mi cabeza era, que pasaría con mi futuro. El conjunto de malas decisiones, de oportunidades pasadas por alto, de excesos de algunas cosas y carencia de otras, todo pasaba como un flash por una mente en blanco. Respetaba a quienes no querían respeto, y le faltaba el respeto a quienes no lo merecían. Comenzaba a entender la vida. Entrar al ejército, irme a los EEUU, trabajar de obrero, tirarme al desperdicio, eran algunas de las opciones que se me ocurrían en aquel momento. Unas semanas mas tarde conocería “la mejicana”, como se le llama en el CAAM a ese año de “recogimiento” para poder entrar nuevamente a la universidad a continuar la carrera. Basto con que me dijeran, “si no quieres estudiar, te mantienes tu solo”, para comenzar a entender las consecuencias de aquello. Trabaje de obrero, pinte casas, di tutorías y jugué voleibol para mantener la mente ocupada. A veces la vida se encarga de enseñarte las cosas que te niegas a aprender por otros medios menos dolorosos. Aprender a aprender por cabeza ajena. Aprender a reconocer los errores propios, pues ver los del otro siempre resulta más fácil.


También cocine, después de todo lo menos que podía hacer era tener la cena lista para cuando mis padres llegaran del trabajo. Y lo mas fácil que se me hacia, como cualquier macho cabrio, era hacer BBQ, corrijo cocinar a la parrilla. Raro el olor del carbón un día en semana por el vecindario. Queme varias cosas, reseque otras, deje crudas algunas también. En esos tiempos no existía “food network” con Bobby Flay ni nada por el estilo. Tampoco Google, que es la guía espiritual de muchos. Lo mas cercano eran Biscocho y Cosme por un lado, Luisito Vigoreaux por el otro y las recetas de Paco Villon los domingos en El Nuevo Día. El “trial & error” y la practica eran tu mejor aliado. Luego de varios pollos quemados por fuera y crudos por dentro, aprendí que la mejor forma de asarlo es con fuego indirecto. O sea, el carbón a un lado, y el pollo en otro. O, el pollo en el centro y carbón en los alrededores, pero no carbón debajo. Solamente al final, si se quiere, para tostar un poco la piel y sin quitarle la vista, se pone sobre el carbón.


Una buena y entretenida forma de practicarlo es con el “beer-can Chicken”. Marina un pollo entero durante varias horas. De la caja de cervezas que tienes enfriando, toma una, date un sorbo que vacíe la mitad de la lata. Añade a la lata, con la otra mitad del líquido, algunas hojas de laurel, romero, orégano o las yerbas de tu preferencia. Introduce la lata por el hueco del pollo y ásalo parado con la barbacoa tapada durante par de horas. Para darle estabilidad a la lata, en algunas tiendas (como Home Depot) tienen un embeleco para tales efectos. Para lo que no hay un embeleco es para sostenerte a ti, si te tomas la caja de cervezas tú solo…

Pasó aquel año. Con otra perspectiva de la vida, retornamos a la universidad. Pero me faltaba romperme tres ligamentos de una rodilla para que entendiera que definitivamente solo me dedicara a estudiar.

En la clase de cálculo III, el profesor nos recibió diciéndonos que, la felicidad, comienza con “F”.

viernes, 5 de febrero de 2010

Miren donde va

Fue el verano en que mis primos salieron a la libre comunidad, no por estar en la penitenciaría, sino por dejar de vivir en alguna base militar, en algun lugar del mundo. Me imagino que la vida de un niño - y travieso - dentro de una base, no debe ser muy fácil. Soplarle una ristra de petardos al lado a un cabo nervioso recién llegado de algún conflicto podría tener nefastas consecuencias.

Estaban los carbones al rojo vivo en el “hibachi” puesto sobre una de las mesas de hormigón del balneario donde se ven los más bellos atardeceres en todo Puerto Rico. Protegía al fuego del viento, la neverita que tenía las cervezas Tigre y las Royal Crown Cola. En un instante que cambio el viento, el calor le dejo una marca a la nevera cual res por su dueño. La cuna blanca mecía el radio de transistores cuando sonaba aquel éxito de Raphy Leavitt y su orquesta La Selecta - “miren donde va, volando se ha ido, aquel viejo amigo que a la virgen fue a adorar…”. Con los carbones cubiertos ya por la ceniza gris, era hora de poner las chuletas. Las esperaba la salsa de BBQ “pimp-iá” y un trozo de pan francés.

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¿Grill o BBQ? A la parrilla o, ¿barbacoa con todas las de la ley?. Tema controversial. En PR le decimos BBQ a todo lo que hacemos con carbón o con gas, rápido o lento, a fuego alto o a fuego lento. Pero, para que salgan de la duda, “grilling” o “a la parrilla” es asar a temperaturas altas – sobre los 300° F – por tiempos cortos, mientras que BBQ o barbacoa son temperaturas bajas – entre los 200° a los 250° F durante tiempos largos. A mi, me gustan ambos. Pienso que cada uno tiene su espacio y su utilidad, pero tengo que admitir que “the real thing” es el BBQ.

En sus orígenes, el BBQ o barbacoa, era utilizada por los negros esclavos en el sur de los EEUU para cocer los cortes del cerdo que eran despreciados por los amos debido a su “mala calidad”, como es el caso de las costillas y el pernil delantero. El resto es historia.

Es importante anotar que hay carnes, o cortes de carnes que son apropiadas para cada método, sea grilling o sea BBQ. Basta imaginar un costillar hecho a temperatura alta en 6 minutos o un porterhouse durante 3 horas al carbón.

En este tema hay mucha tela que cortar, trataremos de ir viendo detalles de ambos métodos de cocción y que tanto nos gustan.
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A la salsa, no la del radio, la que vas a “pimp-iar”, la de tu preferencia comprada en el supermercado, añade el jugo de medio limón, dos cucharadas de azúcar negra, un chorrito de balsámico, un poquillo de Worshestershire y pinta la carne con este barniz sabroso unos minutos antes de sacar. El tiempo suficiente para que la salsa caramelice un poco.

Festín nos dimos al salir del agua. Y festín se dieron los mosquitos con aquellas piernas jinchas recién llegadas, carne nueva para los insectos de Boquerón.

sábado, 30 de enero de 2010

Efemérides

Algunas nos recuerdan eventos del pasado, pero la mayoría de las que “celebramos”, tienen nombre y apellido. Algunas, intentan que recordemos próceres de todos que los colores pretenden adoptar. Próceres que vuelven a morir por indiferencia. Otras, nos son ajenas. Algunas impuestas para recordar hechos que no nos corresponden. Después de todo, para un día “libre” no hace falta voluntad. Voluntad hace falta para levantarse… y trabajar. La excusa de que, “eso no me lo enseñaron en la escuela”, no nos basta hoy. Tiempos estos donde, en el estante en que se colocada la enciclopedia Salvat comprada en Supermercados Pueblo en algunos casos, o la Británica, en el caso de los mas privilegiados, existe hoy un letrero que dice “Google-it!”. No hay excusa para el desconocimiento.

En específico, el caso del día de los presidentes, que anteriormente se le conocía como el día de Washington, estoy de acuerdo. Supongo que para muchos, Washington es solo la cara que aparece en los billetes de a uno. Sabio quien lo cambio a ser el Día de los Presidentes. Así, uno celebra el que prefiere y por la razón que quiere. Por ejemplo, en los tiempos de mi abuelo, mucha gente en PR tenía una foto de Roosvelt en la sala de la casa. En ocasiones, al lado de un cuadrito con el rostro de Jesucristo, no se si era que por ser aquellos tiempos de guerra – como lo son aun – para que cuando se le rezara a uno por el regreso de sus hijos sanos y salvos, el de al lado escuchara… Otros, en el tiempo de mis padres eran locos con Kennedy. A este lo apreciaban por muchas razones, por guapo y joven algunas, por jodedor otros o por librarnos de una catástrofe nuclear los demás. A Nixon hay que reconocerle que tuvo la valentía de reconocer sus errores. Cosa que ningún político del patio ha hecho nunca. A los nuestros, los imagino cuando reciben el sacramento de la reconciliación diciéndole al padre, “perdóneme padre pero yo no peco” a lo que el padre responderá, “Ave María Purísima…”. Otros celebraran a Clinton, tal vez por el tema económico, tal vez por sus interpretaciones con el saxofón y otros por sus interpretaciones con el sexofon, o sea, el cigarro de Mónica. Tengo que admitir que siempre me quede con la duda si el cigarro era un corona, un robusto o un torpedo – los cigarros se nombran por su diámetro y largo, si te quedan dudas, Google-it! -… Yo por mi parte celebro, que el niño engreído de papa, Jorge W. Matojo ya no este en la casa blanca, desgraciados ocho años en que paso mucho y no paso nada. Y del incumbente no sabemos nada aun, pues el político, sino la caga a la entrada, la caga a la salida…

El asunto es, que precisamente ese fin de semana, en PR proclamamos que comienza el verano. No nos importan los solsticios o los equinoccios que definen las estaciones. No nos importa el calendario escolar. Solo nos bastan unas preguntas sencillas. ¿Esta buena el agua? ¿Esta caliente el sol? ¿Están frías las cervezas? Pues vámonos para la playa…

Playa, para mi, es sinónimo de BBQ. Así que dedicare, en este verano próximo a comenzar, algunas entradas sobre este tema. Después de todo, quien se resiste a una buena barbacoa.

viernes, 22 de enero de 2010

$an Val€ntin

No se que a comerciante se le ocurrió la idea del San Valentín. Me imagino que alguno que no tuvo las ventas navideñas como esperaba.
En nuestra niñez, fueron las tarjetitas rojas con cupido o un corazón, que por la parte de atrás decían, “to: Fulanita from: Zutanito”. Mas tarde serian los “tu y yo” o, los “amor es…”. Luego vendrían las tarjetas de plástico, tamaño “wallet” que vendían en la farmacia del pueblo y que tenían pensamientos tales como “si amas algo déjalo libre…” y cosas así por el estilo. Luego, regalar un “cassette” grabado por uno mismo con canciones de REO, Meatloaf, Air Supply, etc. Ya en la universidad, algunos regalos mas sugestivos y provocadores, combinados con alguna mentirilla – aunque al otro día te arrepintieras – podían tener algún resultado “positivo”. Luego de graduado y con trabajo, me costo tiempo darme cuenta de que el peor día para ir a un restaurante es, precisamente, el día de San Valentín. Restaurantes atestados de parejas del otro lado de la isla, como para que no se de cuenta nadie de que andas con la mujer del prójimo. Menús sin carta en ocasiones, el especial del día, para facilitarle la vida al cocinero, pollo, bistec o chuleta. O mejor dicho, una carne, un pescado y un ave te ofrecerán, no esperes algo que le pueda complicar la vida al chef. En una ocasión, nos cruzamos con un famoso y querido boxeador en el restaurante. De más esta decir a quien atendían todos los mozos. Con el atenuante, de que todos los hombres fijaban (mos) la vista en la despampanante compañera del púgil. Casualmente, no pidió caldo de aperitivo, supongo que prefiere el que le prepara su madre…




Luego llegaron los hijos, hijas en mi caso, difícil salir a un restaurante a esperar largas horas, día en semana generalmente, con niños pequeños. La solución, que se ha convertido en tradición, un grupo de parejas amigas, nos reunimos en alguna casa. Los hombres cocinan, las mujeres a lo suyo, se ríen del marido que nunca pisa una cocina, alguno funge de mozo. Algo de música, romántica al principio, ochentosa bailable al final, cuando el vino te llega a los cachetes. Algún declamador aficionado recitara algo. Neruda, Benedetti, José de Diego. Algunas cantantes aficionadas cantaran algo, Lost in love… Los niños comerán su pizza, menú diferente al de los adultos. Para nosotros, algo sugestivo, que se tengan que utilizar los dedos, que se mojen los labios, olores diferentes, chocolate siempre es bienvenido. Fondue de chocolate, buen postre para la ocasión, fresas. Una barra del chocolate que la abuela hacia los días de frío, una taza de media crema, extracto de vainilla, algo de licor, mantenlo caliente… el fondue… Lo que sobre… a la habitación.



Quiero verte niña dibujada,

Con un pensamiento nuevo,

Donde el sol cada mañana,

Brille más,

Y en tu carita pequeña,

Mil caricias, todas nuevas,

Estrellas celestes,

Dibujando en tu mirar…



(Fragmento canción de Kjarkas)

jueves, 14 de enero de 2010

Y tu abuela...

Cuando escuche a mi ex-jefe, que era racista primero y español después, decir “el negro es un animal costero”, me reafirme en que la mayoría de los libros de historia de Puerto Rico eran escritos por poetas románticos y no por historiadores. O, por lo menos, los utilizados en la escuela. Muchas partes de nuestra historia, que al día de hoy, lamentablemente, no se enseñan en las escuelas. Miedo a que? Cordero sumiso en el escudo... Asi somos? No lo creo. Que lo digan los que lucharon en otras tierras por otras tierras, ó los que pasaron por Jayuya en el '50. Ideales diferentes, pero demuestran que, de cordero, nada. Que el puertorriqueño es una unión de razas, la española, la india y la africana, nos enseñarían en la escuela. Como si esa “unión” no hubiese costado sangre y dolor. Algunos años antes en la universidad, el profesor de historia de PR, mientras hablábamos del tema del racismo, nos dijo seriamente, “tengo que admitir que a mi, los negros no me gustan… pero las negras si…”.


Mis bisabuelos por la vía cubana, vasco uno, de Santander otro. De los de acá, desconozco, aunque hay quien dice que mi abuelo materno era mallorquín. Tonos sutiles de racismo en la familia, como en todas. Verdad, que no es motivo de orgullo. Pero la raza negra llegaría por la ruta del amor…

En la cocina – nuestra - se funden razas y culturas, y el repugnante racismo pasa a un segundo plano. Mofongo con camarones al ajillo. Viandas con bacalao. Arroz con jueyes. Arroz con dulce. Sancocho. Filete de res con majado de yautía. Existen pareos inimaginables. Exquisitos. Motivo de orgullo de nuestra gastronomía. Pero, pienso, que es necesario conocerlas en sus particularidades antes de atreverse a apadrinar nuevos matrimonios. Admito que debí haber comenzado por las raíces negras e indígenas de nuestra cultura, pero la cocina española, con tanta historia, no deja de seducirme. Hasta en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, que ronda por mi casa en estos días, hace referencias a sus particulares gustos. Con el racista conocí la paella. En leña, para ser exactos, cantería sobrante del proyecto aquel que se convertiría en el puente mas largo sobre cuerpo de agua en nuestra isla. Me diría, con su usual arrogancia, que luego de hacer el caldo con los mariscos, a estos los podría botar. Caldo corto de un hervor para no maltratar las gambas, langostinos, clamares y mejillones. El soldador nos fabricaría una “paellera” tan grande como los pilotes que sostienen el puente. Abundante aceite de oliva, suficiente para cubrir el fondo. Masas de carne de cerdo y caderas de pollo primero. Cebollas, pimientos morrones, ajos y tomates plum picados pequeños después. Sofríe hasta que doren. Cuidado con el ajo que se quema. Sofríe luego en arroz – grano largo – hasta que este transparente. Azafrán al caldo, hasta que quede como espalda de gringo un verano en Boquerón, por aquello del tema del racismo… Bien distribuido el arroz, añade el caldo, el doble de la cantidad de arroz. En terminos tecnicos, proporcion 2:1. Sal en forma de cruz, como quien hecha la bendición. Coloca los mariscos, como adorno, sobre el arroz. Cuando comience a cantar, baja el fuego. Cuando seque, apaga y tapa. Sirve, come y suda la gota gorda como obrero – jincho, prieto, colorao o café con leche - en pleno proyecto de construcción.