La carta guardaba
el olor de su perfume. Perfume que te recordaba su mirada. Esa mirada que busca en
tus pensamientos. Tus pensamientos que se marchan a los recuerdos de viejos y gratos
momentos. Recuerdos que guardas en el baúl que es tu corazón.
De un viernes en
el garito frente a la playa. De la inmensa tranquilidad del mar. De un beso en
el viejo muelle. Del mar transparente que baña tu piel. Del ardiente sol que se
esconde en las nubes. Y de aquella vieja y pegajosa canción.
Pegajosos los
dedos luego de comer aquel arroz. Manitas de cerdo hervidas hasta tiernas. Garbanzos
a punto mantequilla. Chorizos secos. Tomate frito, ajos y pimiento rojo
rehogados en aceite de oliva. Arroz bomba, el doble de caldo. Azafrán tostado y
molido. La sal en cruz. Todo bailando y cantando en la paella.
Garnacha joven de
Calatayud para acompañar y ser acompañado. Sabor a frutos rojos que siempre
saben a tentación.
Y en su nombre y
a su nombre, Salud! Honor a quien honor merece. Demasiado pronto para llegar
tan cerca de las estrellas. Sal camina y mira a ver en el firmamento donde encontraras una señal que te dirá sin egoísmos, ve corre y busca tu felicidad.