Le quito su vida de las manos del Señor para hacer su propia voluntad y no la de El. Sentido de impotencia nos arropa a nosotros, sus amigos.
Quisiera escribir de cosas mas alegres, pero la vida, inesperadamente, me lleva por el camino de la tristeza en estos días. No quiere decir eso que no tenga motivos para estar contento y celebrar la vida, pero merece de vez en cuando un examen de conciencia colectivo, aunque sea forzado por un acto de egoísmo extremo.
La última vez que le vi, su esposa me pedía la receta de una paella para ver si de alguna manera le estimulaba el apetito disminuido por la quimioterapia. Nunca me dio la oportunidad de preguntarle que tal le quedo, si le gusto, si comió mucho, si se sintió mejor. Dudas no debe haber tenido de sentirse querido. ¡Que emoción!, era una de tus frases favoritas y estela de emociones diversas dejaste. Aun no comprendo las que pasan por mí.
Que difícil se nos hace aprender el “Padre Nuestro”, y no dije, precisamente, memorizarlo sino aprenderlo, hasta sencillo nos parece a veces... ¡Hágase tu voluntad!
Quisiera amigo entender tu mirada, escuchar tu silencio y comprender tus pensamientos. Que tal te va, cuéntame… Dime, como te sientes… En que te ayudo… Te escucho, te comprendo… Ven siéntate, hablemos, déjame presentarte a quien me da luz y fuerza… Frases que deberíamos decir más a menudo. Decirlas yo, y que tu me las digas también.
Amigo ven, celebremos juntos la vida, la amistad y el amor. ¡Que basta solo un Gólgota!