lunes, 7 de noviembre de 2011

La Flor de Mayo

Pienso que mientras peor anda la economía, mas alarga el comercio las ventas de época. Ventas de regreso a la escuela en junio. En agosto, comenzaron con el asunto de las calabazas. En septiembre, junto a los pertrechos para la temporada alta de huracanes, comenzaron con los pavos. Y desde el fin de semana pasado, los adornos navideños, que supongo estarán en venta hasta luego de las octavitas.

Hace algunos años acudí a una de esas mega tiendas -de las que me resisto a entrar- un veintipico de diciembre y no tenían carbón para la barbacoa porque no estábamos en verano. El primero de enero siguiente nos fuimos en bote a la playa con toda la familia. Tal perece que a la alta gerencia se olvida que vivimos en una isla tropical.

Quien ose indicarme cuando darle gracias a Dios por mis alimentos, vive equivocado. Esta absurda comercialización de todo, le quita el verdadero sentido a la vida. El “sacar” ese día especifico para felicitar a quien corresponda según el calendario, a primera vista, no parece reprochable. Como reprochable lo es agradecer, solo una vez al año.

El pasado fin de semana, como en muchas ocasiones, dimos gracias a Dios. Sin esperar el ansiado día separado para eso. Sobradas razones habían para así hacerlo. Por la familia, por nuevos amigos y por viejos amigos. Compartimos con amigos la melancolía de la emigración, pero celebramos la alegría de un encuentro con nuestras raíces y con nuestra cultura. En un suburbio de los EEUU, celebramos a Argentina, Méjico, Puerto Rico y Cuba. Carne asada, chimichurri, patatas tiernas, huevos rancheros, tacos al pastor, carne de cerdo frita, ropa vieja, yuca con mojo, amarillos, moros y cristianos. Malbec separado en Mendoza, tequila reposado en Jalisco y rones añejados en Ponce y en Las Villas.

Un extenso menú dictado por los recuerdos de algún aroma en el farmers market. Cilantro, yerba buena, perejil, ajo, limón y frijoles que se juntaron con el de ron, tabaco y café. Aderezado con un algo de música. Salsa, aguinaldos, trova, danzones, mambos y lounge del caribe para abajo.

Mientras más insiste el comercio, mas me resisto. Rebeldía que algunos ven como absurda, pero que yo se la achaco a la terquedad que dan los años. En estos días que se avecinan y siempre, celebra, ama, comparte y agradece de la forma que mejor entiendas, que hasta con una flor basta, pero hazlo sin ataduras ni calendarios. Y que en lugar de agradecerle a Dios por todos los alimentos que recibiste, no tengas que pedir perdón por todo el desperdicio que hayas generado.

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