No se que a comerciante se le ocurrió la idea del San Valentín. Me imagino que alguno que no tuvo las ventas navideñas como esperaba.
En nuestra niñez, fueron las tarjetitas rojas con cupido o un corazón, que por la parte de atrás decían, “to: Fulanita from: Zutanito”. Mas tarde serian los “tu y yo” o, los “amor es…”. Luego vendrían las tarjetas de plástico, tamaño “wallet” que vendían en la farmacia del pueblo y que tenían pensamientos tales como “si amas algo déjalo libre…” y cosas así por el estilo. Luego, regalar un “cassette” grabado por uno mismo con canciones de REO, Meatloaf, Air Supply, etc. Ya en la universidad, algunos regalos mas sugestivos y provocadores, combinados con alguna mentirilla – aunque al otro día te arrepintieras – podían tener algún resultado “positivo”. Luego de graduado y con trabajo, me costo tiempo darme cuenta de que el peor día para ir a un restaurante es, precisamente, el día de San Valentín. Restaurantes atestados de parejas del otro lado de la isla, como para que no se de cuenta nadie de que andas con la mujer del prójimo. Menús sin carta en ocasiones, el especial del día, para facilitarle la vida al cocinero, pollo, bistec o chuleta. O mejor dicho, una carne, un pescado y un ave te ofrecerán, no esperes algo que le pueda complicar la vida al chef. En una ocasión, nos cruzamos con un famoso y querido boxeador en el restaurante. De más esta decir a quien atendían todos los mozos. Con el atenuante, de que todos los hombres fijaban (mos) la vista en la despampanante compañera del púgil. Casualmente, no pidió caldo de aperitivo, supongo que prefiere el que le prepara su madre…
En nuestra niñez, fueron las tarjetitas rojas con cupido o un corazón, que por la parte de atrás decían, “to: Fulanita from: Zutanito”. Mas tarde serian los “tu y yo” o, los “amor es…”. Luego vendrían las tarjetas de plástico, tamaño “wallet” que vendían en la farmacia del pueblo y que tenían pensamientos tales como “si amas algo déjalo libre…” y cosas así por el estilo. Luego, regalar un “cassette” grabado por uno mismo con canciones de REO, Meatloaf, Air Supply, etc. Ya en la universidad, algunos regalos mas sugestivos y provocadores, combinados con alguna mentirilla – aunque al otro día te arrepintieras – podían tener algún resultado “positivo”. Luego de graduado y con trabajo, me costo tiempo darme cuenta de que el peor día para ir a un restaurante es, precisamente, el día de San Valentín. Restaurantes atestados de parejas del otro lado de la isla, como para que no se de cuenta nadie de que andas con la mujer del prójimo. Menús sin carta en ocasiones, el especial del día, para facilitarle la vida al cocinero, pollo, bistec o chuleta. O mejor dicho, una carne, un pescado y un ave te ofrecerán, no esperes algo que le pueda complicar la vida al chef. En una ocasión, nos cruzamos con un famoso y querido boxeador en el restaurante. De más esta decir a quien atendían todos los mozos. Con el atenuante, de que todos los hombres fijaban (mos) la vista en la despampanante compañera del púgil. Casualmente, no pidió caldo de aperitivo, supongo que prefiere el que le prepara su madre…
Luego llegaron los hijos, hijas en mi caso, difícil salir a un restaurante a esperar largas horas, día en semana generalmente, con niños pequeños. La solución, que se ha convertido en tradición, un grupo de parejas amigas, nos reunimos en alguna casa. Los hombres cocinan, las mujeres a lo suyo, se ríen del marido que nunca pisa una cocina, alguno funge de mozo. Algo de música, romántica al principio, ochentosa bailable al final, cuando el vino te llega a los cachetes. Algún declamador aficionado recitara algo. Neruda, Benedetti, José de Diego. Algunas cantantes aficionadas cantaran algo, Lost in love… Los niños comerán su pizza, menú diferente al de los adultos. Para nosotros, algo sugestivo, que se tengan que utilizar los dedos, que se mojen los labios, olores diferentes, chocolate siempre es bienvenido. Fondue de chocolate, buen postre para la ocasión, fresas. Una barra del chocolate que la abuela hacia los días de frío, una taza de media crema, extracto de vainilla, algo de licor, mantenlo caliente… el fondue… Lo que sobre… a la habitación.
Quiero verte niña dibujada,
Con un pensamiento nuevo,
Donde el sol cada mañana,
Brille más,
Y en tu carita pequeña,
Mil caricias, todas nuevas,
Estrellas celestes,
Dibujando en tu mirar…
(Fragmento canción de Kjarkas)
La verdad Juanci que cada dia me sorprendes mas, me encanto ese relato, siempre que leo lo que escribes me pasa lo mismo veo todo como si fuese una pelicula de mis recuerdos, sigue escribiendo y espero tu nueva receta, gracias querido sobrino
ResponderEliminarel fondue... riquisimo, el poema para convertir a quien lo escucha en "fondue"... GRACIAS
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