martes, 3 de agosto de 2010

Yo Tambien

Ella recién la habían trasladado de la sala de cuidados intensivos a cuarto, cuando la enfermera le pregunto que cuanto le dolía y para colmo, del uno al diez. Ella contesto que ocho. “Coooño, le tiene que doler con cojones”, me limite a pensar.

¿Se le puede dar una escala al dolor? Ver un hijo en una cama de hospital o ver a un padre, o una esposa, tal vez un amigo. Dolores todos, pero el dolor es función de lo que hagamos o dejemos de hacer por ellos. Dolor, sufrimiento, sacrificio son parte del camino de la felicidad…

Hace unas semanas estaba yo con mi hija mayor recién operada de la espina dorsal en un hospital. No es fácil ver sufrir a un hijo, pero tengo la certeza que, solo desde la fe, se puede sobrellevar. Solo de esta forma se puede comprender el ver a niños con cáncer u otras enfermedades jugando y riendo. Padres amorosos con hijos en situaciones sumamente incomodas en términos de salud, se ven todos los días en los hospitales. Lamentablemente, eso no vende noticias. Vende noticias el maltrato y las cosas negativas.(Por que la maldita costumbre de recalcar lo malo).

Mi hija mayor, además, es la más rigurosa crítica de mis platos. Desde el vientre, le provocaba terribles problemas con la comida a mi esposa. No se si eso, de alguna manera, le desarrolló un asombroso sentido del olfato. Siendo solo una bebe, notaba cuando yo variaba algún ingrediente en la comida y en ocasiones hasta un simple cambio de marca de ingredientes. Tengo que admitir que ella es uno de mis mayores retos a la hora de cocinar. Tan es así, que cuando le pregunto si quiere que le cocine algo especial, me contesta que le prepare o el pollo frito de su abuela, o el arroz con salchichas de su madre o la ropa vieja de su abuelo. Por lo menos, se come todo lo que le preparo excepto, las costillas a la barbacoa. También le gusta que le prepare desayunos, creo.

Heredó de mí el amor por la lectura, la estatura y el que pisa la cocina con bastante frecuencia para su edad. Tiene buenas manos cuando de condimentar se trata. Y tiene buen sentido preparando postres, ya que por error se ha inventado algunos, como el cheesecake de dulce de leche. La receta, se las debo, pues los derechos de autor le corresponden a ella, y no me ha autorizado su divulgación.

Antes de nacer, nos propusimos mi esposa y yo darle, por lo menos, un abrazo, un beso y un te quiero diario a nuestros hijos. Ella nos enseñó a ser padres, por ser la primera, y a ser hijos, pues hay un dicho muy cierto que dice que, no se sabe lo que se es ser hijo, hasta que se es padre.

Los besos y los abrazos son igualmente correspondidos, pero cuando le digo “te quiero”, me contesta solamente con un simple, “yo también”.

1 comentario:

  1. jajajaja "me too", que muchas trampitas le haciamos para sacarle un Te Quiero...
    Estoy de acuerdo contigo, el dolor no tiene escala!!! y menos cuando es del corazon.

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